martes, 25 de marzo de 2008

AMISTAD CON MINÚSCULAS MAYÚSCULAS

Tengo un amigo al que le debo buena parte de mi carrera profesional. Creyó en mi, me dio oportunidades y me abrió puertas profesionales que para sí quisieran muchos.
Unas veces me ha ofrecido cosas que nunca pensé. Otras veces, me ha pedido que haga cosas que no se correspondían con mi situación. En otras, ha defraudado a quienes creían que me iba a premiar con no se que destino. No era mi caso. Por convicción y por agradecimiento, siempre he estado dispuesto a asumir los retos que me ha planteado. Nunca le he pedido nada y siempre he tratado de cumplir sus encargos de la mejor manera que sabía.
Hemos discutido mucho. En lo personal y en lo profesional. Hemos tenido etapas de mucha cercanía y sintonía y otras etapas en las que hemos estado claramente distanciados. Pero seguimos siendo amigos. Tengo para mi que el sabe de mi fidelidad y sabe que siempre podrá contar conmigo. Sabe que, por nuestra amistad y por mi forma de ser, nunca le voy a decir lo que quiere oír, sino lo que creo que le tengo que decir en cada momento. Aunque me equivoque.
También tengo amigos, que además son compañeros de trabajo, en los que he depositado la confianza que merecen. No creo haberme equivocado con ellos. Tampoco les he pedido más que lo razonable. Me han discutido y criticado cuando lo han entendido oportuno. Han dejado el equipo cuando creían que no podían o no querían seguir. Y lo entiendo. Salvo contadas excepciones me han dicho a la cara y en privado lo que querían decirme y, de puertas para fuera, han sido fieles. Siempre hay alguna oveja negra, pero no me puedo quejar. Soy un tío con suerte.
Trabajar con amigos es lo que tiene. Los conoces, te conocen. Crees saber lo que les puedes pedir. Creen saber lo que te pueden pedir. La confianza es fundamental y productiva. Si la amistad es sólida y sincera todo suele fluir. Es inevitable que, en ocasiones puntuales, uno, otro o los dos se sientan defraudados, pero, a la larga, la amistad lo puede todo.
La amistad parece ser un factor fundamental en muchas decisiones de la vida política estas semanas. Zapatero lleva cuatro años moviendo a José Antonio Alonso de un lado a otro aprovechándose de la buena amistad que les une. Esa suerte que tiene. Alonso no termina de decirle que no a nada que le pide su amigo y eso no es ni bueno ni malo en sí mismo. Depende de las consecuencias que tenga a medio o largo plazo. Alonso ha sido un buen ministro de Interior, un buen ministro de Defensa y es de suponer que será un buen portavoz parlamentario. Además, hará la labor que le ha encargado Zapatero con eficacia y sin estridencias. Y cuando todo acabe, volverá a ser juez sin más historia.
Y eso está muy bien. El problema es, en una relación de amistad, cuando esa amistad sustituye a otros valores. Si se prima la amistad sobre cualquier otro elemento a la hora de adoptar decisiones, empiezan a surgir los problemas.
Se puede trabajar muy estrechamente con alguien sin llegar a ser amigos. La fidelidad y el compromiso es lo mínimo que se puede exigir en esos casos. Si, además, anida la amistad en las inmediaciones, mucho mejor para todos. Pero no siempre se puede llegar a ese ideal.
Me acuerdo en este punto de uno de esos diálogos de El Ala Oeste de la Casa Blanca. Esa serie que recomiendo encarecidamente. Dice el presidente Bartlet en un determinado capítulo, creo que de la tercera temporada, "Si tienes que nombrar un jefe de gabinete (el puesto de máxima confianza y cercanía al presidente de Estados Unidos) busca a un amigo, un amigo de verdad, que sea más listo que tú, un amigo en cuyas manos pondrías tu vida sin dudarlo". No es mal consejo. Encontrar alguien más listo que uno mismo suele ser sencillo. Las personas inteligentes de verdad suelen estar siempre un paso por detrás, por su propia inteligencia. Cuando encuentras a alguien en cuyas manos dejarías tu vida sin dudarlo, tu vida cobra un nuevo sentido. Si además de todo ello, puedes tenerlo cerca para trabajar, la situación se vuelve casi idílica. En caso contrario, cuanto más te acerques a esa situación, mejor para ti.
Ya se sabe, quien tiene un amigo, tiene un tesoro. Un tesoro de verdad, no de esos que se guardan en baúles y se esconden en islas remotas. Un tesoro con minúsculas muy mayúsculas.

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