miércoles, 21 de mayo de 2008

UNA CÚPULA MÁS... O MENOS

Ha caído la cúpula de ETA. No es la primera vez ni, desgraciadamente, será la última. Nunca me queda del todo claro que quiere decir eso. Siempre se simboliza, ellos mismos, a la banda terrorista como una serpiente. No hay mejor forma de matar a una serpiente que cortarle la cabeza. Pero, en este caso, cada vez que le cortamos la cabeza surge otra. Normalmente más bestia, más sanguinaria, más dañina, más cruel, más loca. ¿Es todo ello posible?. No estoy seguro, pero creo que sí.
Los miembros de la cúpula terrorista suelen ser de la misma generación, o de edades próximas. Esta vez no. Hay un prófugo con un cuarto de siglo de clandestinidad a cuestas y varias causas abiertas y un trio de pseudo jovencitos bregados en la locura más o menos visible y que han sustituido su acné juvenil por el odio más irracional. Y, sin embargo, se llevaban bien y habían organizado la vuelta de los etarras a las muertes.
A todos ellos se les imputa el supuesto repentino endurecimiento de ETA nada más decretar la tregua de 2006. A ellos se les hace responsable de que el camino irreversible de Zapatero hacia la paz en Euskadi se truncase. A ellos se les adjudica la responsabilidad última de los últimos asesinatos. ¿Tendrá todo ello algo que ver con su detención?.
Ahora volveremos a oír aquello del duro golpe, aquello del momento decisivo, aquello del camino sin retorno. En ETA se volverá a hablar de topos, de traiciones, de filtraciones, de que estas detenciones no suponen ningún problema definitivo. De esta también saldrá la serpiente. Seguiremos enterrando muertos, curando heridos y reconstruyendo nuestro país. Y estos cuatro realizarán un largo periplo por distintas cárceles.
Habrá otro número uno, otra cúpula, otro gobierno. Estas detenciones las veremos en los libros de historia (y de actualidad, claro) y no podremos evitar pensar aquello de ¿para qué?.
Es tarde, mañana (dentro de un rato) será otro día y podremos analizar de otra manera estos datos. Quizás, entonces, veamos algo esperanzador que, a estas alturas, se nos escapa. Quizás.

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