Acabo de enterarme de que una diputada ecuatoriana, he olvidado su nombre, ha presentado una proposición de ley para que las mujeres de este país puedan denunciar a sus maridos cuando se sientan sexualmente insatisfechas. Asegura, esta buena mujer, en su proposición, que las féminas ecuatorianas están sexualmente insatisfechas porque sus parejas las utilizan como si fuesen objetos. Cuantos buenos propósitos muestran su cara más ridícula, grotesca, absurda y patética en el mismo momento en el que los políticos le ponen encima sus manazas.
Si las ecuatorianas, o cuales quiera otras mujeres de cualquier otro país del mundo, se sienten insatisfechas, sexualmente o en cualquier otro mente que se nos pueda venir a la ídem, bien harán en quejarse, protestar y buscar soluciones. Igual de bien harán los hombres. El genero humano, de hecho, ha logrado casi todos sus progresos y mejoras gracias a luchar contra la insatisfacción. O por lograr una mayor y mejor satisfacción, que en este caso, lo mismo me da.
El problema viene cuando se trata de normalizar, de regular, de someter a la ley todos los aspectos para tratar de contemplar las distintas alternativas. Al querer tenerlo sometido todo al código. Cuando yo tenía 4 ó 5 años mi madre me decía que el código es lo que sirve para doblar el brácigo. Y no le faltaba razón. Las leyes son necesarias, pero cuando queremos legislar sobre todo, para todo, por todo,... caemos en el ridículo, en el absurdo más atronador.
Señora mía, si usted no se siente satisfecha, sexualmente, con su marido, cambie de marido, pero no quiera hacer una ley para que su marido la satisfaga. Quedará usted en ridículo. Quedará su marido en ridículo. Gastará el dinero público. Y, al final, usted seguirá sin estar bien follada, para su desgracia.
Y hablando de ridículos, de follar y de leyes, mucho se ha hablado del comportamiento del gobierno de España en la crisis del barco secuestrado en Somalia. Mucho se ha hablado del ridículo comportamiento de un gobierno que, por cumplir escrupulosamente la legalidad internacional no se ha atrevido a follarse a esos bellacos. He tardado días en formarme una opinión clara al respecto. No me atrevía a respaldar una acción armada contra esos tipos porque, a pesar de creer que con menos leyes vivimos mejor, creo que las que hay hay que cumplirlas. De lo contrario, no tiene sentido que las haya.
Pero, mira tu por donde, esta noche, mi mujer me ha abierto los ojos. Ella, mucho más lista, inteligente y trabajadora que yo, ha vuelto este año a los libros. Y, cuando esta noche he llegado a casa me ha estado contando, como suele hacer cuando nos vemos por la noche, lo que ha estudiado durante el día, las cosas que ha aprendido, las dudas que le asaltan,... lo normal. Y esta noche, insisto, me ha hablado de una parte del derechos internacional según la cual ante un acto de piratería, es legítimo que un estado actúe con toda la contundencia contra los piratas. Es más, en ese caso, no existen límites ni por razón de aguas territoriales, ni de puerto, ni na de na. En defensa de los derechos de tus nacionales ante hechos de piratería, premia la mayor de las contundencias.
Dicho lo cual, sólo me resta rectificar de la tesis que he mantenido los últimos días. Me he quejado del comportamiento napoleónico del régimen de Sarkozy en un hecho similar. Creo, pues, que le petit napoleón actuó correctamente, que defendió a sus nacionales (sus vidas y su dignidad) como no lo ha hecho el gobierno de Zapatero. Y, sobre todo, creo que mantuvo a Francia en la posición internacional que le corresponde desde hace décadas, casi igual que Zapatero ha mantenido a España en la esfera internacional en la que la puso hace ahora poco más de 4 años, más que esfera, canica.
¿Para cuando una ley que nos permita denunciar a nuestros gobernantes cuando no nos dejan satisfechos?.
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