martes, 8 de abril de 2008

EL UNO Y EL OTRO

Nadie dijo que fuera fácil, pero les va a costar. Ni uno ni otro querían ser demasiado explícitos en su aproximación. Ni uno ni otro querían parecer el primero en tender la mano. Ni uno ni otro estaban dispuestos a ser tachados de blandos. Cuando se trata de ponerse tiesos, uno y otro corren para colgarse esa medalla, pero para cesar en las hostilidades prefieren matizarlo mucho y tomarse su tiempo.
Zapatero y Rajoy han demostrado que no se les da nada bien lo de ir por la vereda del acuerdo y de la política razonable. Y eso que tal camino suele ser más fácil de transitar y más provechoso para quien está en el poder que para quien está en la oposición. Zapatero y Rajoy presumen ritualmente de ser personas avaladas por su capacidad de diálogo, de negociación y de acuerdo. Uno y otro apelan a su pasado político para respaldar tal presunción. Pero al uno y al otro les está costando y les va a costar pasar de las palabras a los hechos esta legislatura.
Bastaron horas 24 para pasar de las musas al teatro, pero serán necesarias varias semanas, sino meses, para pasar del "y tu más" al "juntos podemos". Cuando Aznar estaba asentado en la mayoría absoluta y sin aspiraciones ni propósitos de renovar mandato y Zapatero era poco más que un recién llegado, el entonces presidente del Gobierno le dijo al bisoño jefe de la oposición que tenían todo a favor para llevarse bien y entenderse. Ambos no se iban a enfrentar nunca en las urnas. No tenían condicionantes pasados ni futuros. Era lógica la afirmación de Aznar.
Al principio se produjeron acuerdos, pero pronto se superó esa fase y se cayó en la tradicional tensión entre gobierno y oposición. Zapatero y Rajoy se conocen de lejos. Vienen de estar uno en el Gobierno y otro en la oposición y viceversa. Vienen de enfrentarse dos veces en las urnas y parece que volverán a verse las caras en Comicios City por un puñado de votos. Así pues, tendrán que hacer un esfuerzo por entenderse, si es que de verdad tienen una voluntad firme.
Un esfuerzo que tampoco es nuevo. El mismo PSOE y el mismo PP lo hicieron, desde idénticas posiciones para el último pacto autonómico en los primeros 90. Precisamente fue Rajoy el encargado de llevar, por entonces, la negociación. Es sólo un caso que desmiente la acusación del en funciones de que al PP le cuesta llegar a acuerdos cuando está en la oposición. Es más, sin discutir la voluntad y/o la capacidad de Zapatero para llegar a acuerdos, es un hecho que, desde el Gobierno, le cuesta mucho más.
Siempre que repasa su voluntad de consenso, tiene que recurrir a casos de cuando estaba en la oposición. Quizás para que no le recuerden que, en el Gobierno, cada vez que ha acordado algo, no han pasado demasiadas semanas antes de que su interlocutor le echase en cara que le había engañado. No prejuzguemos, pero no puede extrañarnos la desconfianza acumulada por Rajoy, que tiene otros defectos pero nadie le ha echado en cara que cuando acuerda algo, falte a la palabra dada. No es de extrañar que Rajoy vaya con pies de plomo. Tiene mucho más que perder que que ganar. También dentro de sus propias filas. Así son y así están las cosas.

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