Ocho domingos faltan para las elecciones en el País Vasco. Ocho domingos, y sus correspondientes ocho semanas, en los que asistiremos (ya estamos asistiendo) a los más sesudos e interesados análisis. Como yo no tengo intereses, ni soy sesudo, me voy a permitir exponer algunas ideas que, inevitablemente, tendré que ir matizando a lo largo de estos 55 días… en Madrid.
La primera cuestión es que, una vez más, la hegemonía del PNV parece estar en cuestión. Y digo “una vez más” en abierta contradicción con lo que defienden casi todos los opinadores del país. Ya se puso en cuestión, y de que manera, en 1986. Y también hubo un momento de duda muy serio en 2001. En este segundo caso, la pinza PP-PSOE parecía llamada al triunfo. La sintonía entre Mayor Oreja y Redondo Terreros parecía llamada al éxito. Pero surgió Ibarretxe, ungido de mesías, y salvo a los nacionalistas. Los salvó pare llevarlos al callejón sin salida de su plan independentista.
El primer caso, el de 1986 vino de la mano del propio nacionalismo. De su escisión. Confirmando que el peor enemigo de los radicales son ellos mismos, el PNV cosechó su peor resultado y, por única vez en la democracia, se quedó como segunda fuerza del parlamento vasco. Lo cual no fue inconveniente para seguir gobernando, gracias a la inexplicable, o no, generosidad del PSOE. Hoy, esta vez, las cosas son ligeramente diferentes.
Hace un año, en las generales, los socialistas no sólo fueron la fuerza más votada en Euskadi, fueron capaces de sumar más votos que los tres partidos que forman parte del actual gobierno vasco. Con esas premisas se ha creado la especie de que el PSOE puede ganar las elecciones y ocupar Ajuria Enea. Pero claro, la realidad es la que es y los datos son los que son.
Si mirasen a sus compañeros catalanes podrían comprobar que de poco vale ganar las elecciones generales, por muy claramente que se ganen, cuando lo que se celebran son elecciones autonómicas. Los socialistas catalanes son especialistas en ganar las elecciones generales en Cataluña y perder las autonómicas. Y los socialistas vascos van por el mismo camino.
La segunda cuestión, nos hace entrar de lleno en la política ficción. Supongamos que, efectivamente, el PSOE gana las elecciones (ya sea obteniendo más votos y escaños o sólo más escaños). Lo que es evidente es que ningún partido, tampoco los socialistas, obtendrían mayoría suficiente para gobernar. Y aquí se abre un abanico tan grande como variado. Si el PSOE fuese ganador en votos y escaños, es más que dudoso que el PNV quisiese integrarse, como comparsa, en el gobierno López. Si el PSOE obtuviese más escaños pero menos votos que el PNV, una alianza entre ambos sería, todavía, más dudosa. En ambos casos, Juan José Ibarretxe tendría que ser la pieza sacrificada, algo que agradecerían todos los actores políticos del país empezando, probablemente, por el propio Ibarretxe.
De no encontrar acomodo con el PNV, los socialistas podrían buscar alternativas. Aceptar el apoyo más o menos tácito de los populares parece la opción más clara, pero hay otras. Podrían trabajar una alianza con EB y Aralar, por ejemplo. E, incluso, con una hipotética representación de UPyD en la cámara de Vitoria. Y siempre existe la posibilidad de tratar de gobernar en solitario, aunque sea un par de años, para tratar de tejer los suficientes clientelismos como para garantizarse una victoria más holgada en los siguientes comicios.
Tercera cuestión. Vuelve a ganar el PNV. En mi opinión, es lo más probable, al menos, en votos. Si sólo es en votos, ya lo he dicho, la negociación será complicada. Si los nacionalistas ganan en votos y escaños, la lehendakaritza seguirá siendo suya, sin duda. Y, casi con toda seguridad, Ibarretxe tendrá una tercera opción de llevar su plan a Madrid, vaya por dios. En cualquier caso, las opciones de gobierno se restringen. No veo al PSOE entrando en el gobierno del “Plan Tercero”. Las opciones de formar un gobierno razonable con el resto de fuerzas son casi inexistentes. Casi tan pocas como de que el nuevo PP de Basagoiti se integre, formal o tácitamente, en el ejecutivo. Las nuevas elecciones serán inevitables en pocos meses.
Cuarta cuestión. Todo lo dicho hasta aquí sólo es válido si partimos de la premisa, aceptada tácitamente, de que los proetarras no podrán concurrir. Si esta premisa no se cumple, todo lo dicho se va al garete. Pero, por el bien de todos, insistamos en que se va a cumplir.
Así pues, y a falta de 55 días, me atrevo a asegurar pocas cosas. Una, puede que el PSOE obtenga más escaños, pero no va a ganar las elecciones. Dos, no veo al PNV fuera del gobierno, ni siquiera fuera de Ajuria Enea. Tres, si creo que hay una opción de que las elecciones supongan el principio del fin de Juan José Ibarretxe, lo cual no es decir poco. Cuarto, el panorama político en el País Vasco va a ser tan complejo como siempre, y las elecciones volverán a llamar a la puerta de los vascos antes de dos años.
Y si no, al tiempo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario