lunes, 12 de enero de 2009

¿QUIÉN SOY YO?

Ernst Lubitsch firmó algunas de las mejores películas de la historia… antes de matarse en un accidente mientras una muchacha se la chupaba. Toulouse-Lautrec era un indeseable, en sus relaciones humanas. Casi tanto como genial en su manejo de los pinceles y los lapiceros. Recientemente hemos sabido que Milan Kundera o Gunter Grass tienen ciertas áreas de su pasado que son tan ocultables como apreciados son sus libros. Y así podríamos llegar hasta el infinito.
El mero hecho de ser una persona con cierta cualidad intelectual, artística o de cualquier otro tipo puede llevarte a ser más o menos célebre, pero no te convierte en un modelo humano a seguir. Es obvio. Siempre me ha parecido que es mejor no conocer o no prestar demasiada atención a la vida de alguien a quien admiras o de quien te gusta su obra.
Si a ello se suma que la persona en cuestión se sienta moralmente superior por el mero hecho de ser de izquierdas, se está muy próximo a caer en el ridículo. En España, desde la transición, es común que un grupo de autodenominados “intelectuales” se empeñen en darnos lecciones morales cada vez que sienten que hace mucho que no se habla de ellos. Y si la causa que les lleva a movilizarse, si el pim pam pum es Estados Unidos o socios tan próximos como Israel, pues mucho mejor.
La supuesta defensa del pueblo palestino es uno de los paradigmas. Poco se movilizaron estos “autodenominados” cuando Hamas ganó las elecciones en Gaza y comenzó a poner las bases para causar todos los problemas imaginables a la población civil palestina. Parte del problema de ahora nace de ahí, pero estos autodenominados estaban demasiado cansados, después del esfuerzo de echar del gobierno al PP y demasiado complacidos, después de haber logrado sangrar a todos los españoles con el ilegal canon, como para movilizarse, entonces.
Poco se movilizaron en agosto cuando Rusia invadió Georgia pero, claro, estaban de vacaciones. Poco se les vio, también este verano, cuando se celebraban los Juegos Olímpicos en Pekín. Así podríamos seguir, pero no quiero cansar.
Por otra parte, no deja de llamarme la atención que los caretos de los autodenominados son, casi siempre, los mismos. Los más pesebreros o los que menos éxito propio tienen. No recuerdo haber visto nunca en estos tinglados a un Antonio López, a un Eduardo Arroyo, a un José Antonio Marina, a un Miguel Delibes,… Y no quiero decir, con ello, que si hubiesen estado estos u otros parecidos, ya fuese a estar de acuerdo con los manifestantes. Digo que, como casi siempre, los que más gritan son los que menos argumentos tienen para gritar.
Y podría ponerme en plan demagógico diciendo que los que más se manifiestan contra Estados Unidos, se manifiestan normalmente en vaqueros, con un marlboro en una mano y una coca-cola en la otra. Pero no voy a caer en eso. Podría decir que bien que tratan de condicionar las decisiones de un gobierno, quizás espoleados por el hecho de que, en otros casos, ese mismo gobierno ha cumplido sus expectativas, pero no lo voy a decir. Podría decir que muchos de ellos no tienen otra forma, salvo las fiestas, de salir en los medios de comunicación porque su trabajo brilla más bien por la ausencia o por su poca calidad, pero no lo voy a decir.
Como casi siempre, se podrían decir muchas cosas, algunas de ellas sin pensar, más o menos como hacen ellos. Pero mejor no decirlas. Porque ellos son los “autodenominados intelectuales” de España y yo sólo un juntaletras con un modesto blog que no lee casi nadie. ¿Quién soy yo para enmendarles la plana?.

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