Nunca me han gustado los tumultos y las reuniones multitudinarias.
Cuando un grupo de personas supera la docena empiezo a ponerme nervioso y si el grupo pasa del medio centenar, procuro desaparecer cuanto antes. Soy de la opinión de que las personas nos comportamos de forma diferente cuando somos personas individuales y cuando nos convertimos en gente (como ente colectivo). No dejo de entender que los colectivos no siempre se comportan de forma negativa, pero esas escepciones no me hacen cambiar de opinión.
Por esa prevención, no voy a los campos de fútbol, o de atletismo, o a las canchas de baloncesto, o balonmano, a pesar de lo mucho que me gusta el deporte. Nunca jamas he ido a una manifestación o concentración por muy de acuerdo que esté con su lema, el sentido de su convocatoria o los principios que de defienden en ella. Evito, con todas mis fuerzas, las fiestas y celebraciones multitudinarias. Ni he ido ni iré a ningún mitin político o acto similar. Con todo, respeto esa forma de comportamiento gregario y entiendo su sentido, en la mayoría de los casos.
Creo en el ser humano como individuo, como elemento único y diferente del resto. No minusvaloro el potencial de la unión y del trabajo en equipo, pero confío más en cada uno de mis congéneres de forma individual.
Con todo lo dicho, se entenderá que actos como el que ayer tuvo lugar en la madrileña plaza de Colón no sea especialmente de mi agrado. No lo critico, no lo juzgo, pero mi actitud, mi comportamiento, mis inquietudes no van por ahí.Tampoco por actos similares de otro signo, ya lo he dicho. Y, a pesar de todo, en la mayoría de los casos los comprendo y casi todos los respeto. Lo que no puedo respetar ni comprender es que haya un gran número de personas que respaldan y defienden estos actos cuando van en línea con sus propias ideas y los ponen a caer de un burro cuando son promovidos por otras personas y grupos. No deja de ser una forma del "conmigo o contra mi". Lo mio (nuestro) es bueno, lo tuyo (vuestro) es malo. La tan lamentable polarización, a la que me he referido en diversas ocasiones en este blog. Pido perdón por ello al lector inexistente.
Otra cuestión es la de los objetivos que mueven a los convocantes de estos y otros tantos actos. Bajo el paraguas de "defender sus ideas de los ataques de... (reyenar con lo que se quiera)" o promover x valores, se suele esconder un afán de proxelitismo que me enciende en lo más hondo. No puede aceptar a la gente que está en permanente alerta para tratar de convencerte de sus ideas y de sus valores. Siempre he pensado que esconde un cierto complejo de inferioridad. Pero, aún más, empiezo a pensar que es una forma rastrera de sumar números al colectivo para defender sus principios con el dudoso honor de la cantidad y no de la calidad y, por esa vía, creo que vamos mal. Siempre serán más el número de animales no racionales que el de los animales racionales. Y no por eso van a tener más razón o más derecho ellos que nosotros.
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