Hace años, en uno de mis primeros viajes al extranjero, cuando todo te parece nuevo y sorprendente, cuando empiezas a descubrir nuevos hábitos y constumbres, mis amigos y yo entramos a tomar un refresco en una cafetería del barrio latino de París. Al pedir la cuenta comprobamos que lo más caro de todo era una partida que se denominaba algo así como "servicio". Obviamente, no nos atrevimos a decir ni mu en público, no fuesemos a dar la sensación de ser los típicos españoles cutres y sin mundo. Pero lo cierto es que nos pareció un timo en toda regla. Daba la sensación de que nos cobraban por el mero hecho de servirnos, como si una cafetería o un restaurante no llevase implícito que alguien te atendiese. Y nos asaltó una duda, ¿qué pasaría si nos cobrasen, por el mismo concepto, en una gasolinera, en una zapatería, en el quiosco, o en una ventanilla de la administración?. La pregunta, está claro, no tiene una respuesta fácil.
De esta anécdota me he acordado en las últimas horas tras la imposición del nuevo canon digital. No voy a insistir en argumentos bien conocidos, sobre todo en ese que da por supuesto que todos somos unos delincuentes, se demuestre lo que se demuestre después, y debemos pagar por ello por adelantado. Por cierto, este impuesto preventivo lo imponen los mismos que tanto se han quejado de la guerra preventiva. ¡Qué parajoda!.
Se imagina alguien que nos fijasen un canon en los paquetes de folios porque pueden servir para hacer fotocopias de un libro. O sobre el papel fotográfico porque podría permitirnos reproducir fotografías de otras personas. O..., los ejemplos serían casi infinitos.
Me hace gracia que en este país, donde los autores de éxito casi nunca se suman a estas reclamaciones y los que lo hacen suelen ser "creadores" permanente subsidiados, no se monta una de no te menés por estas cosas. ¡En el fondo, es un euro, que más dá!. Pues claro que da, puñetas. Se nos trata como a delincuentes y nos da igual.
Alguien entendería que nos cobrasen un canon por comprar cuchillos de cocina, por el mero hecho de que pueden ser utilizados como armas asesinas. Perdón, he dicho que no iba a ir por ese camino. Por qué no les cobran el canon a esos supuestos "creadores" que, en realidad, lo que hacen es cometer un permanente delito contra la originalidad, el buen gusto y el arte.
Dicho lo cual, insto a todo el mundo a que compre los aparatitos, pague el canon y deje de comprar todas las "creaciones" originales. Total, como nos tratan como a delincuentes, vamos a delinquir. ¡Al tajo, chicos!.
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