jueves, 28 de febrero de 2008

ZAPATERO, ESE POLÍTICO

Zapatero lo dijo clarito, el partido que gane las elecciones lo hará en votos y en escaños. No lo dijo tan claro, pero se le entendió perfectamente. Ese partido ganador será el PSOE. Respondía Zapatero a la pregunta de Gloria Lomana en Antena 3 sobre que pasaría si un partido sacaba más votos y otro más escaños. Teniendo en cuenta sus dotes adivinatorias, los socialistas deberían echarse a temblar. Zapatero pronosticó la victoria de John Kerry, de Gergard Schroeder, de Segolene Royal, de Pérez Toruiño, de José Montilla,… Un crack de la predicción vamos.
Pero los socialistas están tranquilos y confiados. En voz baja hablan de que rozan la mayoría absoluta. Quizás de ahí viene la afirmación de Zapatero en Antena 3. En cualquier caso, la tranquilidad también puede venir de la auto-proclamada capacidad del líder socialista para reconocer sus errores y rectificar. Lleva toda la campaña vanagloriándose de que ha demostrado tal capacidad durante la legislatura y nadie del PP, ni siquiera Rajoy en el debate del lunes, le ha rectificado. Tampoco nadie del PP, tampoco Rajoy, le ha metido el dedo en ese ojo.
Efectivamente, Zapatero no tiene problema en rectificar y en reconocer errores. Patinó en la negociación con ETA (y patinó más de una vez, según sus propias palabras) y ahí está, defendiendo su posición sin inmutarse. Patinó al pronosticar que no había problemas en la economía española y en el mismo debate del lunes se le escapó la palabra maldita, crisis, pero Rajoy no vio la puerta que se abría y Zapatero, sin inmutarse, a lo suyo. Patinó al comprometerse, en veces sucesivas con el estatut de Cataluña (primero con Montilla, luego con Mas) y nada, ahora defiende su constitucionalidad hasta que el TC se pronuncie. Luego, defenderá, con la misma firmeza, lo que haya dicho el Constitucional.
Zapatero se está confirmando como un autentico genio en decir en cada momento y a cada interlocutor lo que conviene, luego hacer lo que cree mejor y que no pase nada, que no le pasen facturas. Eso si es un estadista y lo demás son tonterías.
Cuesta recordar algún viaje del presidente fuera de España que no sea para asistir a alguna cumbre (de la UE, Iberoamericana, bilaterales con Francia, Alemania, Italia,…) y dice, sin que nadie se le tire a la yugular, que su agenda internacional es equiparable a la del resto de los presidentes españoles. No se cansa de insistir en que, como líder de la oposición buscó el acuerdo con el Gobierno de Aznar y en ofrecer pactos al ejecutivo y en respaldar las decisiones en la lucha anti-terrorista. También se le llena la boca al asegurar que ha citado a Rajoy en Moncloa muchas más veces de lo que él fue citado por Aznar. Fíjense que Aznar es omnipresente en su discurso.
Suponiendo que efectivamente realizó una oposición tan responsable como pregona, sólo cabe pensar que, al llegar al Gobierno, pensó que no le convenía ese mismo tipo de oposición. Que era mejor mantenerla al margen y que el mejor camino es el que tan buenos resultados le ha dado en otros casos. Mucha política de gestos, mucha relación cordial de cara a los medios y a las hemerotecas y luego hacer lo que se me ponga en los… Perdón, lo que cree que tiene que hacer. ¡Qué capacidad, dios mío, qué capacidad!.
Y ojo, que no estoy poniendo en cuestión el fondo del asunto. A lo mejor está haciendo lo que hay que hacer. A lo mejor España y los españoles tenemos que agradecerle estos 4 años como los de las reformas necesarias, como aquellos años que fueron conducidos con mano de hierro hacia el futuro a pesar de las críticas y de las circunstancias adversas. Pero no siempre lo parece.

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