¡Vaya por dios!, otra vez un micro abierto deja con el culo al aire al político de turno.
Y mira que me cuesta creer que todo un presidente del gobierno la cague de esa manera. Sobre todo Zapatero I el del talante. Pero claro, la entrevista había sido tan light, tan dulce, tan de guante blanco, que las ganas de dar caña tenían que aflorar por algún sitio. Y eso, que 48 horas antes se había despachado a gusto en el mitin de Vistalegre. Allí dijo aquello de que "no vale con estar hartos", "hay que movilizarse para evitar que vuelvan". ¡Vaya con el talante!. ¡Qué talento!.
Ahora explican lo de la tensión de mil maneras. ¡A ver que remedio!. Pero todos hemos entendido el mensaje. Con las cosas como están y sin "miedo" a la derecha, lo ven crudo. O, por lo menos, no lo ven tan claro. Y eso que los del PP no terminan de aclararse con lo de los debates. Vaya por dios.
La fenecida "El Ala Oeste de la Casa Blanca" esta tan de moda como cuando se emitía. El proceso de primarias en Estados Unidos tiene claros paralelismos con la sexta temporada de esta gran serie. Los aficionados a la política estadounidense y a la serie están animando la red con foros y comentarios donde la ficción se confunde con la realidad. Pero, pensando en el proceso electoral español, yo me acuerdo más de la tercera temporada. Aquella en la que se desarrolla la re-elección del presidente.
Jeb Bartlet es el prototipo del presidente preparado (economista y premio nobel), que se rige por unos principios humanitarios y progresistas (cada vez que tiene que dar una orden de ataque le sale una úlcera). Es el prototipo del presidente ideal, vamos. Lo que nunca ha ocurrido en más de 200 años de democracia presidencialista en Estados Unidos. Jeb Bartlet, digo, se presenta como claro ganador en los inevitables debates electorales. El candidato repúblicano (James Brolin) es el típico sureño torpe y sin capacidad dialéctica (gran parecido con el simio que ocupa la Casa Blanca desde que iniciamos el siglo). En un capítulo concreto, los asesores de Bartlet deciden proponer un solo debate.
En realidad, querrían celebrar 4, 5, 6, los que fuera necesario. Pero las limitaciones y corsés que han impuesto las autoridades competentes son tan grandes que prefieren celebrar uno solo, pero de verdad. Donde se pueda demostrar, en serio, que un debate es algo más que dos candidatos ante las cámaras. Y se salen con la suya. No estaría de más que unos y otros revisasen ese capítulo y alguno más de esta serie, no suficientemente valorada en España (aunque somos unos cuantos los incondicionales, tanto por sus valores televisivos como por los políticos).
Rajoy se pasó meses lamentándose de no haber ido a los debates en 2004. "Me equivoqué, me equivoqué", repetía, "fue un error". Pero, ya lo decía Paco Costas, el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. Ahora está enfangándose en la misma cuestión. No sé si motu propio o aconsejado por alguien/es. De todas formas, se ve que a Mariano le gusta hacer las cosas difíciles o tener excusas preparadas para el lamento.
Ellos sabrán.
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