viernes, 15 de mayo de 2009

PENSAR DEBERÍA SER LO PRIMERO

Los humanos nunca dejamos pasar la ocasión de meter la pata, de decir tonterías de lo más solemne. Tiene delito cuando se trata de una intervención oral. Resulta casi imperdonable cuando es un texto escrito. ¡Qué decir cuando nos referimos a un texto elaborado por los mejores redactores que se puedan juntar con todo el tiempo del mundo para hacerlo y con los objetivos más importantes en la cabeza!.
Con la solemnidad de los tontos o de los inconscientes, algunos de nuestros políticos no tienen reparos en decir cosas como que “El centralismo es lo que más desigualdad provoca”, Zapatero dixit. Él mismo ha firmado otras muchas de distinto pelaje pero igual contundencia: “Bajar los impuestos es de izquierdas”, “Prohibir fumar es progresista” o “El objetivo para esta legislatura es el pleno empleo”. No se sulfuren los progresistas que del otro lado también hay. “Sabré ser generoso con los terroristas”, dijo Aznar, coleccionista de estas frases que podríamos calificar como ornamentos de la nada o de cualquier otra manera. El mismo Aznar dijo aquello de que “España había salido del rincón de la historia”. Fuera de nuestras fronteras también hay quienes se esfuerzan por dejar su huella en esa colección de naderías. Quién ha olvidado aquello de “La vieja y la nueva Europa”.
Volvemos al principio y repito, como nos gusta dejar pasar la ocasión de estarnos callados. Si lo pensásemos un minuto nos daríamos cuenta de que no tenemos ni podemos tener una opinión sobre todo. Es imposible. Ni siquiera podemos tener algo que decir sobre cualquier asunto. De hecho, lo razonable sería que pensásemos primero y hablásemos después. Pero, claro, eso implicaría que nos tendríamos que parar a pensar sobre las cosas, en lugar de decir lo primero que se nos pasa por la boca. Además, estaríamos dando por supuesto que tenemos la capacidad de pensar. Esa que, no sabemos quién, nos ha adjudicado a los humanos, por el mero hecho de ser humanos. Y sobran ejemplos para poner en cuestión esa tesis.
El debate sobre el estado de la nación de esta semana y la polémica por la Ley del Aborto (la primera que se pone en trámite en España digan lo que digan los papanatas) nos ha dejado un cúmulo de ejemplos realmente ilustrativo. También muy variado, porque ni unos ni otros se cortan un pelo en hablar en absolutos cuando se trata de estas cosas. “He ganado por goleada” dicen que dijo Rajoy. Será haciendo solitarios en tu casa, majo, pensará más de uno. “El aborto es un asesinato”, dicen otros muchos. Y no tienen, luego, ningún problema de conciencia para dormir. “Por fin vamos a ser las mujeres las que tengamos el control sobre nuestros embarazos” y no sufren ningún idem al pronunciar semejantes palabras y en semejante sucesión.
Llegando a este punto, me acabo de dar cuenta de que, en alguna otra ocasión ya he escrito sobre esto. Pero no tengo ganas de buscar el precedente. Afirmo, en cualquier caso: pensemos un poquito antes de hablar, por favor.

No hay comentarios: