Escuchaba, esta mañana, una entrevista con Jordi Sevilla.
Estoy seguro de que, más de uno, habrá tenido que pararse a pensar un minuto quién es este buen señor. No es que tenga un nombre común y anodino. No. Es que hace ya unos meses que casi no sabíamos de él. Estuvo en muchos platos durante buena parte de lo que llevamos de siglo. Fue uno de los fundadores de ese equipo originario de Zapatero, aquello que se dio en llamar Nueva Vía. Y fue de los primeros que se garantizó una cartera en el primer ejecutivo de Zapatero.
Oyéndole hablar, mientras me duchaba, me dio por pensar en ello. Saben mis amigos que en el baño es donde se me ocurren las pocas cosas que se me ocurren. Y la ducha es uno de los invernaderos más fructíferos de mi lenta y poco fértil cocorota. Pensando pensando, me di cuenta de con qué rapidez y con qué limpieza se había desprendido de aquellos primeros apoyos nuestro presidente.
Muchos de ellos formaron parte de su círculo íntimo en la primera legislatura. Hace de esto cinco años. Y todos ellos han sido barridos del mapa. Últimamente han florecido algunos brotecillos en forma de Trinidad. Ya veremos lo que dura. Ahora, el presidente prefiere a otros, a los que ha ido conociendo una vez en el poder. A los que se han convertido en su guardia, sus asesores y demás. Ahí están la másquevice, Miguel Qué, la Bibi,… Y ya no están ni Caldera, ni Aguilar, ni Sevilla, ni Micaela,…
¿ Será esa la verdadera y cruel forma de actuar del amable ZP?. Ya veremos. Vamos viendo de hecho.
Fíjese. Hace una semana, sólo una semana, Zapatero le cambió la baraja a Rajoy en el discurso del Debate sobre el Estado de la Nación. A Rajoy y a casi todos los portavoces. Asumió buena parte de las demandas manifestadas en los últimos meses por los distintos grupos. Dio cuartelillo tanto a diestra como a siniestra y los dejó a todos en bragas. Pasado el trance, puso a sus acólitos, al fiel amigo de la infancia José Antonio Alonso, a darle a la cesión y al “lo que tu digas”.
Sí, nada de 24.000 euros de tope. Quién ha dicho nada de rebajar el impuesto de sociedades, vaya tontería. Venga va, lo de los 2.000 euros pa comprar coche lo vemos más tarde,… Todo lo que cada uno quería oír con tal de sacar las resoluciones para adelante. No deja de ser curioso que las resoluciones de este tipo de debates no valen para nada. Casi siempre se quedan en papel mojado, pero se ve que después de semanas flirteando con la soledad parlamentaria y un año después de haber hecho gala de ser envestido en solitario y en segunda vuelta, Zapatero necesitaba un poquito de calorcito ajeno. Y eso que estamos apurando el mes de mayo.
Los titulares de mañana oscilarán entre “El PSOE le pasa la soledad parlamentaria al PP” y “Zapatero descafeína sus resoluciones para sumar el apoyo de los minoritarios”. Pero lo cierto es que un paquete de medidas que habían agitado algunos sectores de la economía se han quedado en pocas palabras de un discurso que ha envuelto los bocadillos de este fin de semana. Y eso no es gobernar.
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