Decía ayer cómo esperaba que fuese el debate de hoy en el Congreso. Obviamente, me equivoqué. La gran Lucía Méndez termina la suya de hoy en El Mundo con esta frase: “El debate será a cara de perro y nada me gustaría más que equivocarme”. Sinceramente creo que también ella se ha equivocado. Aunque, por más que le doy al F5, la portada de la edición digital de su diario dice “Duro choque entre Zapatero y Rajoy con los parados como argumento”.
Creo que no ha sido para tanto. No he podido seguir el debate con la atención absoluta de años anteriores pero hay algún elemento que me lleva a pensar más bien lo contrario. Por ejemplo, no ha habido esas tensas réplicas desde el escaño con el que se han cerrado esos otros debates. Por ejemplo, no ha habido una cuestión en la que se hayan enzarzado con gesto bronco como en otras ocasiones. Por ejemplo, no ha habido grandes abucheos y sí han primado las ovaciones.
Lógicamente ha habido acusaciones, argumentos rebuscados para atacar al oponente y un poquito de sal en las heridas del otro. Pero el tono general me ha parecido más civilizado y prudente que el que casi todos esperábamos, el que muchos pronosticaban y el que hemos vivido en muchas ocasiones anteriores, casi todas para ser sinceros.
No me caben muchas dudas de que, una vez más, la conclusión de los diarios mañana será que Zapatero ganó el debate. Y esa conclusión y la crisis y el paro como ejes del debate serán los elementos que pasen a la pequeña historia de estos debates. No me parece el mejor resumen, pero asumo que lo será. Rajoy, buen parlamentario, debería buscar otros asesores para concretar sus intervenciones parlamentarias de calado. No encuentra el flanco por el que entrarle a Zapatero con repercusión en la opinión pública.
No logra encontrar el mensaje, la frase, la propuesta que se conviertan en palo maestro del debate. Se deja comer el terreno, no sólo por el presidente, que podría ser hasta lógico, sino por algunos de los otros portavoces. Esta vez, muy especialmente, por los de CiU y el PNV. Estos últimos lo tenían fácil y lo venían anunciando. Iban a ser inmisericordes por el cambio en la Lehendakaritza y Josu Erkoreka no ha tenido remilgos en aplicarse a fondo. Pero Zapatero ha estado hábil. No ha entrado al trapo de la pelea y se ha limitado a mostrarse comprensivo. Claro que es lógico que estén ustedes enfadados, faltaría más, ya se les pasará, es cuestión de tiempo,… Una táctica que deja mal al PNV.
Durán i Lleida ha seguido en su línea netamente económica que le va dando resultados. Es ésta, probablemente, la que debería seguir Rajoy, pero se dispersa. Durán, que estuvo brillante por la mañana al calificar el discurso inicial como “la tómbola de Zapatero” ha hecho un discurso de auténtico líder de la oposición. No es su papel, pero lo desempeña con dignidad. Tanto que Zapatero se ha tenido que calzar unos guantes de 13 libras que ya empezaba a quitarse.
Las propuestas del presidente, por la mañana, siguen la línea de actividad del gobierno durante este casi año de crisis lacerante. Se adoptan las decisiones tarde. Se presentan como propias cuando son de otros y no tienen el coraje de reconocer la autoría. No siguen ninguna línea coherente porque se mueven en un sentido y el contrario. En muchos casos entran en contradicción con otras tomadas semanas antes… Menudo catálogo.
Zapatero sigue moviéndose en parámetros de aquí y ahora. De salir del paso. Como el alumno que piensa en junio para aprobar la asignatura. O en septiembre, si las cosas pintan mal. Pero que en ningún momento está evaluando que es lo que quiere estudiar en el futuro inmediato. Por eso me parece especialmente acertada la referencia de Durán al discurso de Churchill en los comunes hace casi 70 años. Como bien dijo Durán, sangre aparte, hace falta lo mismo: esfuerzo, sudor y alguna lágrima.
Todo eso y algo más nos va a hacer falta. Todo eso y un líder, un presidente del gobierno, que hable con esa claridad a los españoles. Con esa claridad con la que sólo Durán ha hablado en este debate sobre el estado de la nación. Pero Durán no gobierna ni en Cataluña.
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