martes, 7 de abril de 2009

SÓLO UNO ES FELIZ

Zapatero siempre ha querido a personas de más o menos relumbrón a su lado. Gente de esa que se suele etiquetar como “profesionales de prestigio”. Caras y nombres que concitan un cierto reconocimiento. Lo hizo en su primer gabinete con personas como María Jesús Sansegundo, con Carmen Cafarell (aunque no como ministra). Lo hizo en las sucesivas remodelaciones con nombres como César Antonio Molina, Bernat Soria, Mercedes Cabrera o Cristina Garmendia.
Ninguno de ellos ha aportado nada a los sucesivos ejecutivos. No han aportado aplomo, no han aportado energía, no han aportado iniciativas, no han aportado más que su cara. Poco bagaje para un gobierno de España. Ahora, Zapatero incorpora dos nuevas caritas: Ángel Gabilondo y Ángeles González-Sinde. De no ser tan laico, habría que pensar que el presidente ha buscado convertirse, a sí mismo, en el protagonista de un cuadro de Murillo, rodeado de angelotes.
Muchas caras, muchos nombres y mucho peso político. Al menos, nominalmente. Tres de los cuatro máximos dirigentes del partido (Chaves, Zapatero y Blanco) están en el ejecutivo. A ellos hay que sumar alguien tan cercano al presidente que éste ha utilizado para un roto y para un descosido, con la misma fortuna. Ninguna. Trinidad Jiménez mantiene las cuotas: la femenina, la de la sonrisa y la de la incapacidad (sobre todo para las responsabilidades que le han tocado en suerte).
Especialmente importante me parece que no sólo no se reduzcan las carteras , ocasión única ha perdido Zapatero de aplicar coherencia a la situación de crisis. Sobran, así a bote pronto, la mitad de las carteras (los ministros sobran casi todos). Igualdad, Cultura, Vivienda, Sanidad, Ciencia e Innovación,… Me parece lógico que Zapatero haya incumplido una de sus promesas más celebradas de las últimas semanas. Nada del ministerio de Deportes. Menos mal. Mira que podría ser lógico porque el deporte es de lo poco que le da alegría a este país. Pero no, Zapatero es lógico y no crea ese ministerio. Hasta ahí llega su cordura. Primero porque, no reduciendo el número de ministerios, por qué no crear uno más. Qué más da. Segundo porque, válgame el cielo, deportes pasa a depender directamente de Moncloa. A tomar por culo la racha gloriosa de nuestro deporte. Ya pronostico que Nadal no acabará como número 1 mundial, ni logrará el Gran Slam. Pronostico que España no ganará la Copa Confederaciones y ya veremos si se clasifica para el mundial de Sudáfrica. Ni Alonso, ni Pedrosa, ni Lorenzo, ni Bautista lograrán ningún cetro mundial. Nuestros ciclistas no darán que hablar. Los Lakers no llegarán a la final de la NBA… Un desastre vamos.
Un último apunte. Ojalá me equivoque, pero Elena Salgado no es la persona. Todos los dirigentes políticos, todos, se han cansado de decir que una de las claves de la actual crisis económica es la confianza. La falta de confianza, para ser exactos. Todos se han cansado de repetir, Zapatero también, que hay que recuperar la confianza para poder salir de la crisis. Pues, Salgado no ofrece esa confianza. Nadie duda, yo por lo menos no lo hago, de que es una persona trabajadora. Pero no basta. Es tajante, intransigente y con un punto prepotente que no conviene, sobre todo, cuando no se tiene ese algo más ofrece el ser respetado por las personas con las que tienes que tratar.
Está muy bien contar con la confianza, no sólo de quien te nombra, sino de tu antecesor y de algunos de los más importantes miembros del gobierno (de la Vega y Rubalcaba entre ellos) pero no es suficiente. Salgado será, ya lo ha sido, pero ahora de forma superlativa, un nuevo bluff de Zapatero. Un bluff que nos explotará a todos en los morros. Una lástima.
Lo peor de todo es que en todo este sainete, sólo hay una persona completamente satisfecha. Y no me refiero al presidente, mosqueado porque alguien le ha torcido sus planes y su estrategia (obligándole a improvisar algunos cambios más, Sinde, por ejemplo, para no parecer que todo se había desvelado el domingo) y le ha cambiado el ritmo de su cambio. Tampoco me refiero a los cinco entrantes. Felices, sí, pero responsabilizados y pendientes del reto que han asumido, por muy irresponsables que sean. La única persona completamente feliz es, y lo será en los próximos días, Pedro Solbes. Muy triste.

No hay comentarios: