lunes, 24 de noviembre de 2008

CONTADORES DE CUENTOS

Escribir todos los días, o cada dos días e, incluso, una vez a la semana, en los periódicos es una tarea complicada. No siempre hay temas a los que dedicar unas líneas. No siempre se tiene la mente lúcida para componer frases que resulten interesantes para el lector. No siempre hay algo que aportar a la actualidad del día. No pretendo yo ponerme a la altura de los columnistas de la prensa española, aunque trato de mantener este blog con un cierto nivel de interés. No sé si lo consigo, pero lo intento.
Hay ocasiones en las que tengo la impresión, como seguidor de la prensa diaria, que faltan ideas, falta originalidad. Es un poco como lo que pasa en el cine moderno. Que todo se vuelve hacer nuevas versiones llenas de efectos especiales y parafernalia técnica que no logran ocultar la falta de talento. Estos últimos días me ha llamado la atención la coincidencia de dos autores dispares, firmantes de medios aún más dispares. El domingo, Gonzalo López Alba en Público y hoy mismo Ignacio Camacho en ABC abordan la misma cuestión, con matices ligeramente diferentes y objetivos diametralmente opuestos. La cuestión es la importancia que ha cobrado, en la actualidad política moderna, el construir una historia que contar para tener éxito.
El ejemplo paradigmático, en eso coinciden los dos, es Barack Obama. Ambos coinciden también en darle cierto crédito, más Ignacio que Gonzalo, a las creaciones cuentistas de Zapatero. El principio, es sencillo. Lejos de principios, de valores, e ideas, lo que prima en la política actual es construir una buena historia que sea fácil y rápidamente asimilable por los electores a los que se “utiliza” como si fueran compradores.
No deja de llamarme la atención que este mismo fin de semana hemos tenido un buen ejemplo de todo lo contrario y ni uno ni otro han echado el lazo a ese ejemplo tan a mano.
Se celebró el sábado el congreso de Nuevas Generación en Madrid. Nuevas Generaciones es el criadero de cachorros del PP. En el caso de Madrid, más valdría decir que es el criadero de los cachorros liberales de Esperanza Aguirre. El re-elegido presidente, Pablo Casado, es un autentico portento de los mensajes directos y sencillos asentados sobre valores inamovibles. Dice que no se avergüenza de ser liberal y me parece cojonudo pero, al mismo tiempo, incluyó, en la ponencia del congreso, la idea de que había que suprimir el salario mínimo interprofesional. Eso son principios, vive dios.
Este mismo chavalote no tuvo reparos en lanzarle una merecida andanada al Che Guevara en la clausura del Congreso del PP en Madrid hace un par de meses. Pero claro, luego se le fue la mano. Dijo, por ejemplo, que los jóvenes españoles son manipulables por el Gran Hermano de Ferraz. Dijo que la izquierda sólo está con la memoria histórica, el aborto, la eutanasia y la muerte. Dijo que había que eliminar el IRPF para los mileuristas y, al mismo tiempo, que los jóvenes querían pagar las pensiones de sus padres. Dijo más cosas, algunas, incluso, cargadas de sentido. Pero claro, cuando se quiere hacer méritos y máxime si se hace en un congreso de partido, pasan estas cosas.
Se olvida uno de construir una historia y se puede caer en la histeria. Que se lo digan a uno de sus jefes. A ese que fue uno de los mejores presidentes que ha tenido el gobierno de España, durante una temporada, y uno de los peores, durante otra buena temporada. De lo que no cabe duda es de que es el peor ex presidente. Ni se acaba de ir, ni termina de dedicarse a otras labores, ni deja de tutelar… Una joya vamos.
Él, Aznar, si ha sabido construir una historia para contar. Se puede resumir, más o menos, en “después de mi, el desastre”. El desastre en el gobierno y el desastre en el PP. Eso, también le acerca a los políticos de referencia, esos que cuentan historias. En cuanto rascas un poco en los personajes, te quedas sin nada. En la historia de Aznar, no hay na de na, salvo él mismo dándole cuerda al cuento.

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