martes, 22 de julio de 2008

JUSTICIA, ¿QUÉ JUSTICIA?

Ha caído uno de los tipos más indeseables de la reciente historia. Ha costado y, muy probablemente, terminaremos sabiendo que razones han llevado a las autoridades serbias a poner en manos del Tribunal Penal Internacional a Radovan Karadzic. Pero lo verdaderamente importante es que este criminal de guerra tendrá que rendir cuentas, ante la justicia, de buena parte de sus delitos, de sus crímenes de guerra.
Han pasado 12 años desde que acabó la guerra de Bosnia y los menos avezados tendemos a pensar que la situación en esa zona de la vieja Europa está casi normalizada. Pero, al volver a ver las imágenes de archivo de este individuo, no puedo dejar de acordarme de aquellos casi cuatro años de guerra. Del cerco a Sarajevo, de las matanzas de civiles musulmanes, de los bombardeos constantes sobre población civil desamparada, de los meses y meses de pasividad de la diplomacia europea, de la inacción internacional, de la colaboración de ese otro criminal que murió en La Haya esperando sentencia, del papelón que jugaron los cascos azules en la cruel matanza de casi 10.000 bosnios en Srebrenica, de la inane declaración de enclaves protegidos que hizo la ONU y que valió para lo que suelen valer las pomposas declaraciones de las Naciones Unidas. Para nada.
Este tal Karadzic, de la mano del todavía prófugo y no menos criminal, Ratko Mladic, se enseñorearon del mundo sin que el mundo se diese por aludido hasta que la vergüenza nos azotó a todos en la jeta. Pero no fue un azote liviano. Ni siquiera fue un sólo azote. Estos dos tipejos, con la protección de Belgrado, nos estuvieron abofeteando sin misericordia durante meses y se paseaban por el mundo como si fuesen ciudadanos.
Muchos gestos diplomáticos, muchas declaraciones de condena, mucho paripé, pero ellos siguieron a lo suyo hasta conseguir que Bosnia-Herzegovina fuese una nada inviable e ingobernable que se sostiene por la presencia internacional y poco más. Ahora, la comunidad internacional empezará a decir que se hace justicia, que más vale tarde que nunca, que al final, todos los criminales tienen que dar pagar por los crímenes que han cometido.
Pero yo no puedo estar de acuerdo. Claro que me alegro de verle ante el juez y sabiendo que va a pasar el resto de sus días entre rejas (tal y como le ocurrió a Rudolf Hess, pongo por caso) pero la comunidad internacional, y muy especialmente los países europeos, no debería sacar pecho. Más vale que se estén calladitos y no digan nada. Que sea juzgado y que cumpla su condena. Decenas y decenas de muertos no pueden ser pagados con un mal entendido sentimiento de éxito por una detención que llega muy tarde y que no va a servir para casi nada.
No se trata de venganza. No. Se trata de que por bien que se hagan las cosas ya es tarde y este tipejo ha podido hacer lo que nadie debería poder hacer. Este tipejo ha podido vivir en libertad los 12 años que ninguna de sus miles de víctimas ha podido vivir. Aún más, el tal Karadzic va a poder seguir viviendo, aunque sea entre rejas, la vida que ninguna de sus miles de víctimas va a poder recuperar nunca.
Maldito sea Radovan Karadzic. Maldito sea el todavía prófugo Ratko Mladic. Y malditos sean todos los que no hicieron nada por evitar que estos tipos hicieran lo que hicieron. La justicia será justicia pero joder, que amarga sabe a veces.

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