martes, 24 de marzo de 2009

UN PAÍS EN LA MOCHILA

Con frecuencia me acuerdo de uno de esos incidentes parlamentarios recientes de los que sobrepasan el ámbito de lo estrictamente político. José Antonio Labordeta estaba en el uso de la palabra durante aquella lejana legislatura que consolido a Aznar como líder absoluto del centro derecha en España. Labordeta estaba siendo interrumpido de continuo por diputados de aquella insospechada mayoría absoluta del PP. Al cantautor y ciudadano, antes que diputado de la Chunta Aragonesista le salió el aragonés que lleva dentro y le espetó, sin miramientos, todo lo que afloró a su boca, incluyendo más de uno de esos palabros que casi todos utilizamos pero de los que reniegan la mayoría civilizada. Aquel hecho llevó algo de naturalidad, desbocada, sin duda, a un parlamento que de la palabra sólo le queda el origen. Fue una improvisación en toda regla y fuera de toda regla.
Digo que me acuerdo porque me pareció un hecho tan desafortunado como natural. Estaba, por lo demás, cargado de los resabios izquierdosos que tan popular han hecho a Labordeta entre buena parte de los españoles. A mí, he de reconocerlo, Labordeta es un tipo que ni fu ni fa. Me parece que tiene su chispa, en ocasiones ha dicho y ha hecho cosas interesantes, pero como parlamentario era poco más que un pintoresquismo fuera de sitio. Salvando las distancias, tenía más que ver con la Chicholina del parlamento italiano de finales de los 80 y primeros de los 90 que con un diputado. Y él mismo lo ha reconocido más de una vez. Ahora ha escrito un libro que ahonda en esta misma tesis. Recoge en él sus experiencias de esos ocho años en la Carrera de San Jerónimo identificándose, a sí mismo, con un beduino.
Hoy mismo, he escuchado una entrevista que le han hecho en el programa La ventana de la cadena SER. Además de la siempre escorada Gema Nierga, estaban en el tinglado el no menos escorado Antonio Fraguas, Forges, y el más prudente, pero no menos ladeado, Juan Carlos Ortega. Con estos ingredientes, y teniendo en cuenta la radio que se hace habitualmente en este país (buena en muchos sentidos, pero sectaria en no menos) no es de extrañar que la entrevista se convirtiese en una suerte de besuqueo mucho más allá del peloteo habitual para con los invitados.
Hasta aquí todo más o menos normal. Pero, un poco antes de llegar a la mitad de le entrevista, se produjo un hecho sorprendente. Sin venir muy a cuento, o sí, Labordeta lanza una andanada de esas inmisericorde en defensa de Zapatero y en contra de la derecha. Quizás fue a la inversa. Quizás fue todo a la vez. Da lo mismo. Lo único seguro, además de que el bombardeo fue insistente, contumaz, destructivo, es que los tres supuestos entrevistadores se convirtieron en palmeros del hecho. Para resumirlo en pocas palabras: la derecha, como siempre, ha lanzado un proceso injusto de destrucción de Zapatero, que no tiene culpa de nada; Trillo, ser despreciable que debería estar desaparecido desde el accidente del Yak-42, se permite el lujo de acudir a la justicia para defender sus intereses y los de su partido; el PP, sin haber renunciado a representar a casi la mitad del país quiere volver al poder utilizando todas las armas que le da el estado de derecho y sin resignarse a que, la siempre candorosa y recta izquierda trate de hacer exactamente lo mismo, con todos los aparatos del poder del estado en sus manos.

Quizás exagero en la síntesis de la tesis de Labordeta, pero quien quiera puede escucharlo en el podcast de la propia cadena SER (http://www.cadenaser.com/sociedad/audios/estaba-despistado-congreso/csrcsrpor/20090323csrcsrsoc_3/Aes/). Bien, si hay alguien que siga este cuaderno de pensamientos vivos ya se habrá dado cuenta que simpatizo tanto con un lado como con el otro. Que creo, fervientemente, que tan malos son unos como otro. O tan buenos. Que depende el momento, la circunstancia y el comportamiento de cada uno. Pero claro, cosas como estas, incluso dichas por un tipo tan mayor y tan bien considerado por los políticamente correctos me parecen un despropósito mayúsculo.
A ver si va a resultar que el hecho de que Zapatero sea incapaz de entenderse con nadie, a nivel internacional (salvo con Recep Tayip Erdogan) es culpa de la derecha y de Trillo. A ver si el hecho de que este gobierno esté más pendiente de las fotos, de la imagen y de quedar bien que de gobernar es culpa de Trillo y de la derecha (por cierto, este mismo gobierno, sus responsables de comunicación que los hay aunque parezca increíble, convocaron la semana pasada a un grupo de periodistas para pedirles que tratasen mejor a los miembros del gobierno en lo que a las imágenes se refiere. Para los cortitos como yo, eso se traduce en que saquen sólo las imágenes que ellos quieren y no las que los periodistas consideran interesantes, informativas o, simplemente, las que les da la gana. Esa solicitud es sólo el primer aviso para decirles: ojo que si no, las imágenes os las vamos a dar nosotros, como ya hacen los partidos políticos y muchas organizaciones sociales, económicas y de todo tipo). A ver si es que el hecho de que, desde los mismos aledaños del gobierno, se esté hablando de una remodelación del ejecutivo desde el mes de diciembre (esto es, antes de cumplirse un año de mandato) es culpa de la derecha y de Trillo.
Joooooder, digo yo. Es increíble que con tanta capacidad de maniobra, la derecha siga en la oposición y por debajo en las encuestas, con la que está cayendo y Trillo no haya sido presidente del gobierno ni esté embolsándose millones en empresas privadas y siga perdiendo el tiempo en ese congreso del que Labordeta ya no forma parte, en parte porque él mismo se retiró y en parte porque su partido perdió un buen zurrón de votos en las últimas elecciones. Perdón, en el zurrón no, en la mochila. En esa mochila en la que, por momentos, me da la sensación de que Labordeta querría tener, al menos, a una parte del país. Como en su programa de televisión. Ya sabes.

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