lunes, 16 de marzo de 2009

SEAMOS CONSERVADORES

Entono un mea culpa. Me acuso de haber sucumbido a esta sociedad donde se prima más el comprar, el tener, el acumular, que el conservar. Soy uno más de los que vive preocupado por acumular posesiones no siempre necesarias, tener más cosas de las que de verdad preciso. No es que sea un caso patológico, pero si lo suficientemente claro como para tener que arrepentirme.
Estos días, está de moda tomar como referencia, para casi todo, la última película de Clint Eastwood. Ese tío que empezó pegando tiros sin mover un músculo y sin decir más palabras de las necesarias y ha terminado por dar lecciones de cine sin mover la cámara más de lo necesario y con las palabras justas. Su último trabajo, quería decir, es “Gran Torino” una gran película que recuerda, en muchos aspectos, al cine de John Ford.
Las virtudes de “Gran Torino” son muchas y, como casi todas las grandes películas, se van descubriendo no sólo a medida que ves la película sino cuantas más veces las ves y cuanto más hablas con otras personas que la han visto y compartes experiencias y recuerdos. A pesar de ser muy reciente, se ha escrito ya mucho sobre las distintas vertientes de esta cinta. Sin embargo, me ha llamado la atención no ver reflejado uno de los valores más importantes que, para mí, tiene la película. Lo importante que es conservar. Conservar las cosas, conservar los valores, conservar las amistades, conservar las relaciones familiares, conservar los recuerdos,…
El personaje al que da vida el propio Eastwood, un señor mayor, recién enviudado, con dos hijos que no traga, con unos vecinos que han cambiado en los últimos años y con los que no se identifica, es un tipo introvertido, serio, poco comunicativo, pero que se revela como todo un conservador. Y lo digo con admiración. No sólo conserva sus medallas y reconocimientos militares, que también. No sólo conserva su casa de toda la vida, en la que ha sido feliz con su mujer (aunque él no esté seguro de haberla hecho feliz a ella), que también. No sólo conserva los amigos que hizo hace años, que también. Es que conserva su forma de vida, sus principios (sean buenos o malos) y su coche, ese Gran Torino que da título a la pregunta.
En realidad, salvo la cerveza que trasiega a cada paso, se diría que todo lo que forma su mundo lo es en base a la conservación. Ese coche, modelo del 72, es el símbolo de su vida. Le dedica todos los cuidados y todos los minutos que precisa. Probablemente como hace con sus amigos, como hizo con su mujer, como hace con sus recuerdos militares. Todo ello conlleva esfuerzo, dedicación, ingenio, práctica,…
Nosotros no estamos siendo educados para ese tipo de comportamientos. Más bien todo lo contrario. Nos meten por los ojos esa cultura kleenex que se basa en coge, usa y tira. Todo muy rápido, eso sí. Y todo en las mayores cantidades posibles. Ese es otro elemento importante. Si puedes tener varios coches, a que estás esperando. Si puedes tener 500 amigos, aunque sea en el Facebook, por qué conformarte con 3 ó 4. Todo es rápido, que digo rápido, es veloz. Todo es sobredimensionado en nuestros días.
Hace días que he visto la película. Creo que no ha pasado ni uno sólo sin que haya pensado en ella y/o hablado de ella. He visto miles de películas y series de televisión y tengo muchas más en casa pendientes de ver (una demostración de que mi mea culpa del principio no era gratuito) y no dejo de pensar que pasaría si todos parásemos un poco, pensásemos un poco y fuésemos un poco más… conservadores.

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