miércoles, 25 de marzo de 2009

UNA HISTORIA DE VERDAD

Te voy a contar una historia. Esta era una familia, como tantas otras, que tenía un perro. Aquel perro, como casi todos los que conviven con la familia, era uno más. Bueno, en realidad era de los miembros más queridos por todos. Un buen día, el perro desapareció. No es muy probable que se perdiese o que se escapase. Pero, en realidad, da lo mismo. El caso es que el perro ya no estaba.
La familia presentó la oportuna denuncia. He de decir que, aquel perro, tenía uno de esos chips que se implantan ahora para tener identificado y controlado al animal, pero ni por esas. Fueron pasando los días, las semanas y los meses. La resignación se apoderó de la familia. Se le echaba de menos, pero no había mucho más que se pudiese hacer.
Los meses cobraron forma de años. La familia siguió creciendo con nuevos miembros que nunca habían conocido al perro. Es más, algunos de esos nuevos miembros manifiestan, insistentemente, los deseos de tener un perro en casa. Lo normal. Y, hete aquí que un buen día suena el teléfono de la casa. La policía pregunta por la señora de la casa, le pregunta por el perro y, tras las preguntas de rigor, le comunican que el perro ha aparecido.
Está a unos 50 kilómetros del domicilio de la familia. Pero ni esa distancia, ni el hecho de que sea día de fiesta impiden que toda la familia se suba al coche y salga pitando al encuentro del perro. Han pasado 8 ó 10 años pero, nada más bajarse del coche, la jefa llama al chucho por su nombre y aquel sale corriendo al encuentro. Ella llora e, incluso, le parece ver alguna lágrima en los ojos del animal.
Para los miembros más tiernos del clan, es el perro que llevan años reclamando. Para los más curtidos es el re-encuentro con uno de los miembros, perdido desde hace años. Qué más se puede decir.
Tal vez que no deja de ser curioso que después de todos esos años de separación sólo haya afecto y cariño por ambas partes. Que ni uno ni los otros sientan que han pasado 8 ó 10 años. La casa sigue siendo, más o menos, la misma de entonces, la misma de hace sólo unos días. Pero es diferente. Todo ha cambiado con uno de esos giros del destino que no nos es dado entender, comprender, asimilar. Sólo podemos asumir que ocurren y cuando son para bien, disfrutarlos al máximo. Quizás el próximo no lo sea.
Por cierto, la historia es real. Tan real como que esto lo he escrito yo.

martes, 24 de marzo de 2009

UN PAÍS EN LA MOCHILA

Con frecuencia me acuerdo de uno de esos incidentes parlamentarios recientes de los que sobrepasan el ámbito de lo estrictamente político. José Antonio Labordeta estaba en el uso de la palabra durante aquella lejana legislatura que consolido a Aznar como líder absoluto del centro derecha en España. Labordeta estaba siendo interrumpido de continuo por diputados de aquella insospechada mayoría absoluta del PP. Al cantautor y ciudadano, antes que diputado de la Chunta Aragonesista le salió el aragonés que lleva dentro y le espetó, sin miramientos, todo lo que afloró a su boca, incluyendo más de uno de esos palabros que casi todos utilizamos pero de los que reniegan la mayoría civilizada. Aquel hecho llevó algo de naturalidad, desbocada, sin duda, a un parlamento que de la palabra sólo le queda el origen. Fue una improvisación en toda regla y fuera de toda regla.
Digo que me acuerdo porque me pareció un hecho tan desafortunado como natural. Estaba, por lo demás, cargado de los resabios izquierdosos que tan popular han hecho a Labordeta entre buena parte de los españoles. A mí, he de reconocerlo, Labordeta es un tipo que ni fu ni fa. Me parece que tiene su chispa, en ocasiones ha dicho y ha hecho cosas interesantes, pero como parlamentario era poco más que un pintoresquismo fuera de sitio. Salvando las distancias, tenía más que ver con la Chicholina del parlamento italiano de finales de los 80 y primeros de los 90 que con un diputado. Y él mismo lo ha reconocido más de una vez. Ahora ha escrito un libro que ahonda en esta misma tesis. Recoge en él sus experiencias de esos ocho años en la Carrera de San Jerónimo identificándose, a sí mismo, con un beduino.
Hoy mismo, he escuchado una entrevista que le han hecho en el programa La ventana de la cadena SER. Además de la siempre escorada Gema Nierga, estaban en el tinglado el no menos escorado Antonio Fraguas, Forges, y el más prudente, pero no menos ladeado, Juan Carlos Ortega. Con estos ingredientes, y teniendo en cuenta la radio que se hace habitualmente en este país (buena en muchos sentidos, pero sectaria en no menos) no es de extrañar que la entrevista se convirtiese en una suerte de besuqueo mucho más allá del peloteo habitual para con los invitados.
Hasta aquí todo más o menos normal. Pero, un poco antes de llegar a la mitad de le entrevista, se produjo un hecho sorprendente. Sin venir muy a cuento, o sí, Labordeta lanza una andanada de esas inmisericorde en defensa de Zapatero y en contra de la derecha. Quizás fue a la inversa. Quizás fue todo a la vez. Da lo mismo. Lo único seguro, además de que el bombardeo fue insistente, contumaz, destructivo, es que los tres supuestos entrevistadores se convirtieron en palmeros del hecho. Para resumirlo en pocas palabras: la derecha, como siempre, ha lanzado un proceso injusto de destrucción de Zapatero, que no tiene culpa de nada; Trillo, ser despreciable que debería estar desaparecido desde el accidente del Yak-42, se permite el lujo de acudir a la justicia para defender sus intereses y los de su partido; el PP, sin haber renunciado a representar a casi la mitad del país quiere volver al poder utilizando todas las armas que le da el estado de derecho y sin resignarse a que, la siempre candorosa y recta izquierda trate de hacer exactamente lo mismo, con todos los aparatos del poder del estado en sus manos.

Quizás exagero en la síntesis de la tesis de Labordeta, pero quien quiera puede escucharlo en el podcast de la propia cadena SER (http://www.cadenaser.com/sociedad/audios/estaba-despistado-congreso/csrcsrpor/20090323csrcsrsoc_3/Aes/). Bien, si hay alguien que siga este cuaderno de pensamientos vivos ya se habrá dado cuenta que simpatizo tanto con un lado como con el otro. Que creo, fervientemente, que tan malos son unos como otro. O tan buenos. Que depende el momento, la circunstancia y el comportamiento de cada uno. Pero claro, cosas como estas, incluso dichas por un tipo tan mayor y tan bien considerado por los políticamente correctos me parecen un despropósito mayúsculo.
A ver si va a resultar que el hecho de que Zapatero sea incapaz de entenderse con nadie, a nivel internacional (salvo con Recep Tayip Erdogan) es culpa de la derecha y de Trillo. A ver si el hecho de que este gobierno esté más pendiente de las fotos, de la imagen y de quedar bien que de gobernar es culpa de Trillo y de la derecha (por cierto, este mismo gobierno, sus responsables de comunicación que los hay aunque parezca increíble, convocaron la semana pasada a un grupo de periodistas para pedirles que tratasen mejor a los miembros del gobierno en lo que a las imágenes se refiere. Para los cortitos como yo, eso se traduce en que saquen sólo las imágenes que ellos quieren y no las que los periodistas consideran interesantes, informativas o, simplemente, las que les da la gana. Esa solicitud es sólo el primer aviso para decirles: ojo que si no, las imágenes os las vamos a dar nosotros, como ya hacen los partidos políticos y muchas organizaciones sociales, económicas y de todo tipo). A ver si es que el hecho de que, desde los mismos aledaños del gobierno, se esté hablando de una remodelación del ejecutivo desde el mes de diciembre (esto es, antes de cumplirse un año de mandato) es culpa de la derecha y de Trillo.
Joooooder, digo yo. Es increíble que con tanta capacidad de maniobra, la derecha siga en la oposición y por debajo en las encuestas, con la que está cayendo y Trillo no haya sido presidente del gobierno ni esté embolsándose millones en empresas privadas y siga perdiendo el tiempo en ese congreso del que Labordeta ya no forma parte, en parte porque él mismo se retiró y en parte porque su partido perdió un buen zurrón de votos en las últimas elecciones. Perdón, en el zurrón no, en la mochila. En esa mochila en la que, por momentos, me da la sensación de que Labordeta querría tener, al menos, a una parte del país. Como en su programa de televisión. Ya sabes.

lunes, 16 de marzo de 2009

SEAMOS CONSERVADORES

Entono un mea culpa. Me acuso de haber sucumbido a esta sociedad donde se prima más el comprar, el tener, el acumular, que el conservar. Soy uno más de los que vive preocupado por acumular posesiones no siempre necesarias, tener más cosas de las que de verdad preciso. No es que sea un caso patológico, pero si lo suficientemente claro como para tener que arrepentirme.
Estos días, está de moda tomar como referencia, para casi todo, la última película de Clint Eastwood. Ese tío que empezó pegando tiros sin mover un músculo y sin decir más palabras de las necesarias y ha terminado por dar lecciones de cine sin mover la cámara más de lo necesario y con las palabras justas. Su último trabajo, quería decir, es “Gran Torino” una gran película que recuerda, en muchos aspectos, al cine de John Ford.
Las virtudes de “Gran Torino” son muchas y, como casi todas las grandes películas, se van descubriendo no sólo a medida que ves la película sino cuantas más veces las ves y cuanto más hablas con otras personas que la han visto y compartes experiencias y recuerdos. A pesar de ser muy reciente, se ha escrito ya mucho sobre las distintas vertientes de esta cinta. Sin embargo, me ha llamado la atención no ver reflejado uno de los valores más importantes que, para mí, tiene la película. Lo importante que es conservar. Conservar las cosas, conservar los valores, conservar las amistades, conservar las relaciones familiares, conservar los recuerdos,…
El personaje al que da vida el propio Eastwood, un señor mayor, recién enviudado, con dos hijos que no traga, con unos vecinos que han cambiado en los últimos años y con los que no se identifica, es un tipo introvertido, serio, poco comunicativo, pero que se revela como todo un conservador. Y lo digo con admiración. No sólo conserva sus medallas y reconocimientos militares, que también. No sólo conserva su casa de toda la vida, en la que ha sido feliz con su mujer (aunque él no esté seguro de haberla hecho feliz a ella), que también. No sólo conserva los amigos que hizo hace años, que también. Es que conserva su forma de vida, sus principios (sean buenos o malos) y su coche, ese Gran Torino que da título a la pregunta.
En realidad, salvo la cerveza que trasiega a cada paso, se diría que todo lo que forma su mundo lo es en base a la conservación. Ese coche, modelo del 72, es el símbolo de su vida. Le dedica todos los cuidados y todos los minutos que precisa. Probablemente como hace con sus amigos, como hizo con su mujer, como hace con sus recuerdos militares. Todo ello conlleva esfuerzo, dedicación, ingenio, práctica,…
Nosotros no estamos siendo educados para ese tipo de comportamientos. Más bien todo lo contrario. Nos meten por los ojos esa cultura kleenex que se basa en coge, usa y tira. Todo muy rápido, eso sí. Y todo en las mayores cantidades posibles. Ese es otro elemento importante. Si puedes tener varios coches, a que estás esperando. Si puedes tener 500 amigos, aunque sea en el Facebook, por qué conformarte con 3 ó 4. Todo es rápido, que digo rápido, es veloz. Todo es sobredimensionado en nuestros días.
Hace días que he visto la película. Creo que no ha pasado ni uno sólo sin que haya pensado en ella y/o hablado de ella. He visto miles de películas y series de televisión y tengo muchas más en casa pendientes de ver (una demostración de que mi mea culpa del principio no era gratuito) y no dejo de pensar que pasaría si todos parásemos un poco, pensásemos un poco y fuésemos un poco más… conservadores.

miércoles, 11 de marzo de 2009

EL ENEMIGO COMÚN

Como es la política. Los mismos partidos que llevan semanas hablando para evitar que el PNV se eternice en el poder, con los resultados electorales en la mano, siguen dandose mandobles en media España. Es lógico, pero no deja de ser chocante. No me voy a limitar aquí a recordar algunos de esos aforísmos, mil veces citados, como el que dice que "el poder sólo desgasta al que no lo tiene" o aquel otro de que "la política hace extraños compañeros de cama (de viaje dirán los más cursis)". Pero todos ellos y muchos más pueden ser aplicables al actual momento de la vida política española.
Me intersa más dibujar algunos, sólo algunos, de los factores que, como observadores, nos van a hacer muy entretenidos los próximos meses. Como observadores, porque más de uno nos va a amargar como ciudadanos. Un gobierno en minoría siempre es un riesgo. Pero Zapatero lo asumió desde el mismo momento en el que hizo bandera de su proclamación como presidente en segunda votación. La ventaja que tiene es que, de momento, su grupo es granítico en su favor. De momento. A la contra, tiene que contar con que todos los grupos de la oposición le están esperando.
De momento, sólo de momento, no se han aliado en favor de intereses comunes pero ya sabemos que nada une más que un enemigo común. Tiempo al tiempo. El principal partido de la oposición no está para tirar cohetes, por mucho que ellos quieran pensar, ahora, otra cosa. Ni los resultados del 1 de marzo van a ser como loctite ni un hipotético triunfo el 7 de junio le va a devolver una contundencia roqueña. Y tiene tanto fantasmas por la casa que cualquier noche empiezan a soñar con Canterbury.
Y todo ello con el resto de los partidos, nacionalistas y no, teniendo que replantearse su futuro. Desde que todos juntos pusieron su granito de arena para hacerle pagar a Aznar su arrogancia sacando al PP del poder (de nuevo el enemigo común haciendo de argamasa) las relaciones no han hecho más que aguas y los resultados electorales, los únicos que ponen paños calientes, han ido a peor (en terminos relativos, en terminos absolutos, o en los dos). No es nada nuevo. Esas idas y vueltas echaron a González del poder, echaron al PP del poder y, más que probablemente, echarán a Zapatero del poder.
Más les valdría, a todos, no perder esas cosas de vista. Aunque, bien pensado, es posible que ya lo hayan tenido en cuenta y por eso Zapatero piensa en el relevo y Rajoy en resistir. Pero tampoco eso les garantiza, ni a uno ni al otro, el acierto.

viernes, 6 de marzo de 2009

SEAMOS SERIOS, POR FAVOR

El PNV tiene razón. Es completamente frentista y contra natura que el PSOE y el PP se alíen con el único propósito de desalojarles de un poder que con tanto mimo y cuidado han ido construyendo a lo largo de 30 años los seguidores de Sabino Arana. No es moco de pavo la cosa. En estas tres décadas, los nacionalistas vascos han tenido que lidiar con una escisión traumática, han tenido que torear a los socialistas vascos (utilizándolos y deshaciéndose de ellos según los momentos), han tenido que asentar un poso anti-PP en buena parte de los vascos, han tenido que pactar con dios y con el diablo, han tenido que convertir a los comunistas en partido de gobierno, han tenido que inventar y destruir instituciones,… Pero, ¿cómo puede ser que nadie se dé cuenta del ímprobo trabajo que llevan desarrollando todos estos años?. La injusticia es manifiesta.
¡Qué sería de tantas generaciones de niños vascos que han crecido sabiendo que los no nacionalistas son muy malos, enemigos de Esukadi!. Vale que los Reyes Magos… perdón, quiero decir que el Olentzero sea, en realidad, los padres. Vale que Superman sea sólo un personaje de cómic. Vale que el ratoncito Pérez sea una creación de un madrileño mal intencionado. Vale. Pero que un tal López, por mucho Patxi que se ponga por delante, sea Lehendakari… Por favor, ¿dónde vamos a llegar?. Seamos serios. Hay cosas que no sólo no pueden ser, sino que, además, son imposibles.
¿Cómo es posible que se quiera que la Ertzaintza actúe como policía global, al nivel del resto de las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado cuando fue creada con un cometido muy concreto… llevar la boina negra y el jersey rojo?. ¿Cómo vamos a igualar la educación en español y en euskera como si ambas lenguas fuesen oficiales, cuando todo el mundo sabe que los niños vascos nacen diciendo arratxa aldeon?. ¿En qué cabeza cabe que alguien quiera conseguir que los parlamentarios de los partidos de la oposición puedan ir por las calles del País Vasco sin escolta?. Pero si les ha costado 30 años conseguir lo contrario. Por favor.
En realidad, no sé porque me molesto en enumerar argumentos que todo el mundo tiene claros en la cabeza y en la memoria. Me bastaría sólo con un: ¿en qué cabeza cabe que en el País Vasco, en Euskadi, se vaya a desalojar del poder a un partido que no tiene los apoyos necesarios para gobernar, como si el País Vasco, Euskadi, fuese Cataluña, Galicia, Canarias o, mucho menos, Cantabria?.
Por favor, seamos serios.

lunes, 2 de marzo de 2009

LAS COSAS HAN CAMBIADO

Muchas cosas han cambiado este primero de marzo en España. Por mejor decir, muchas cosas han querido cambiar los ciudadanos con sus votos. No seré yo quien diga, a estas alturas, que los votantes son sabios. Entre otras cosas porque los votantes no se comportan como un todo homogéneo. El comportamiento de un cuerpo electoral se basa en la suma de multitud de comportamientos individuales que dan un resultado que poco o nada tiene que ver con la mera suma de los comportamientos individuales. Aclarado este punto podemos ir al meollo de esos múltiples cambios que se han producido en la pasada jornada electoral y cuyas consecuencias irán generando más cambios en los próximos días y semanas.
Espero que, tras varias convocatorias en las que se ha demostrado la falsedad de la afirmación, nadie vuelva a defender que la alta participación beneficia a los partidos de izquierda (como si ellos representasen las esencias de todo lo bueno que se puede decir electoralmente) y perjudica a los partidos de derecha (siempre malos y contrarios al buen funcionamiento de la democracia). Ya lo he dicho en alguna otra ocasión pero no me cansaré de repetirlo: el que la participación sea más o menos alta no es más o menos democrático. No voy a acudir a ejemplos sencillos y demagógicos como que la participación en una democracia tan asentada y supuestamente ejemplar como Estados Unidos pocas veces llega al 60 por ciento o que en países más bien poco o nada democráticos el ir a votar no es una decisión sino una obligación.
Vamos a ir un poco más allá. Nunca en unas elecciones autonómicas en Galicia había superado la participación el 70 por ciento (en realidad solía moverse entre el 60 y el 64). Y con 6 puntos más de participación va el PP y obtiene un resultado que nadie pronosticaba. Aún más. Los partidos de izquierda llevan años, por no decir décadas, defendiendo que los éxitos electorales del PP en Galicia venían de los pueblos y las zonas más sometidas al caciquismo. De hecho, todos los análisis se centraba en la lucha del último escaño por Orense. Y va el PP de Feijóo y recupera los escaños en las muy civilizadas Coruña y Pontevedra. Poco han tardado, los palmeros de turno, en justificar esta inesperada situación por la crisis económica. “No ha sido culpa nuestra, ha sido la crisis. Si hubiésemos adelantado las elecciones otro habría sido el resultado”. Esas afirmaciones son tanto como llamar tontos a los votantes, que seguro es lo que piensan aunque no se atrevan a decirlo.
Pero vamos a ver, cuando va a salir a reconocer que lo han hecho mal y que la gente no es tan tonta como pretenden los políticos. Lo has hecho mal, la gente está descontenta y busca otras alternativas. Y eso es igual de democrático que lo que pasó hace cuatro años. Ni más ni menos. ¿Tan difícil es decir que se han hecho mal las cosas?. Abro un paréntesis. La palma de la desfachatez, la genta y el rostro más duro se la llevó anoche el líder de EA, Unai Ziarreta. Su partido ha quedado casi fuera del parlamento vasco. El se ha quedado sin escaño. Y va el tío y dice que la culpa es de los medios de comunicación. Manda rosas a Sandra que se va de la ciudad. ¿Tú y tu equipo no habéis tenido nada que ver verdad majo?. Ahora iré contigo y con tu futuro.
Aun me queda alguna cosita que decir sobre Galicia. Acabo de enterarme de que ha dimitido Emilio Pérez Touriño. No está mal, ayer hubiese estado mejor, pero no está mal. Es lo mínimo que se le puede pedir a alguien que, como él, hizo bandera de su supuesta regeneración y los regenerados le han dado un mosquelón en toda la jeta. Es lo mínimo que se le puede exigir a un tío que se ha presentado, en la campaña, como “O Presidente” y cierra las elecciones como “O defenestrado”. Pero espero, auguro, intuyo que no será la única dimisión de estos días. Ha sido la primera, sí, pero no la única. Su ¿compañero? de gobierno, Anxo Quintana, ya está tardando. Ambos los dos se han empeñado en que Galicia tuviese, estos cuatro años, dos gobiernos (quizás para compensar que durante los 12 de Fraga no hubiese ninguno, según ellos. Se ve que querían recuperar el tiempo perdido) y se han empeñado tanto que los gallegos han pensado que con uno chega e basta. Anxo, veste con tus jeringas y deja tranquilos a los gallegos. En tus primeras elecciones perdiste la posición del sorpaso que el BNG había logrado con no poco esfuerzo y en tus segundas te has quedado fuera de pille y con cara de puesta de sol en el yate.
Pero tampoco se acabarán aquí las dimisiones. El ya citado Ziarreta también está tardando. Es cierto que cogió un partido en un mal momento y con perspectivas complicadas pero todos sus pasos han ido en la correcta dirección de la desaparición más completa. Apostó por ir en solitario a las elecciones y en solitario se ha quedado. En un sólo diputado quiero decir. Y, encima, no es él. Vaya por dios. Y eso que se empeñó en cortejar como nadie a los proetarras, abandonados a su suerte electoral por falta de referente… o quizás por ello. Nada, Unai, estás como tus colegas del PCTV, de EH, de HB, de Batasuna, de ANV, de D3M, de… en la calle y sin novio. Bueno, novio si puedes tener. Ese que fue consejero de Vivienda, referente de la izquierda comunista y democrática. Ese al que, según él, admiraban en media España como referente de la mejor gestión de una cartera tan comprometida. Ese Javier Madrazo que, al final, ha pagado los desvaríos de Izquierda Unida en el País Vasco. También él se ha quedado sin escaño. Y, es posible, que también sin gobierno y casi sin futuro. No dudo que la debacle de Izquierda Unida, próxima a ser extraparlamentaria en toda España, le haya afectado, pero Madrazo y sus secuaces se lo han ganado bien a pulso. Tanta paz lleven como descanso dejan.
Al menos uno más cuenta las horas para irse, según mis cálculos. Si su partido deja finalmente el poder, y ya va siendo hora, y si, al final, sigue en el poder también porque él será la moneda de cambio. Juan José Ibarretxe, el individuo de Llodio, ya ha cubierto una etapa y puede irse con sus colegas trekis a estar en todas las fiestas de frikis que quiera. Con el PNV fuera del poder no tiene más remedio que irse. Con el PNV pactando con el PSE el no puede seguir. Patxi lo ha dicho mil veces y por ahí no va a pasar.
Urkullu le dejó hablar, al final, en la noche de ayer e Ibarretxe sonó al niño tonto que se ha sacado un 9 no sabe bien cómo y al niño listo que sabe que tiene un hermanito nuevo que es el nuevo rey de la casa. Adiós Ibarretxe adiós. Dejas descanso pero no te puedo desear que lleves paz. No sabes ni has sabido nunca lo que es eso y, aunque no soy rencoroso, espero que purgues tus pecados bien purgaditos.
Ahora falta saber que va a pasar con el Gobierno de el País Vasco. Sigo sin tenerlas todas conmigo sobre un pacto de constitucionalistas. Creo que es necesario (con el PP en el gobierno o no), sano, prudente, imprescindible. Pero las dudas me asaltan y me reconcomen. Ilusión me haría ver en juego una de esas particularidades que sólo se pueden dar en Vitoria. Dos candidatos enfrentándose en la misma votación para ver quién va a formar gobierno: uno del PNV, sea el que sea, y otro Patxi López. Eso sí sería hermoso. Y el que más chifle, capador.
En cualquier caso, España ha cambiado bastante este primero de marzo. Y será para bien.

domingo, 1 de marzo de 2009

EL VALOR DE FEIJÓO

El fundador del PP tiene sucesor. Alberto Núñez Feijóo emerge como peso pesado del PP. No hay más que decir. Recupera el Gobierno en Galicia y lo hace superando la difícil situación de suceder a una figura tan enorme como la de Fraga, no desde el poder, sino desde la oposición. Con lo difícil que es, en España, ganar unas elecciones desde la oposición, sobre todo si no se tiene posibles aliados de cara al futuro. Además, Feijóo lo ha conseguido contra una de esas coaliciones entre socialistas y nacionalistas de las que Zapatero ha hecho bandera política. Lo consigue, además, siendo un respaldo incondicional para Mariano Rajoy y convirtiéndose en la primera apuesta territorial de Rajoy que sale victoriosa.
Un apunte más. La victoria de Feijóo se basa en una gran participación ciudadana. No muchas veces los gallegos votan en más del 70 por ciento y este ha sido el caso. Y con semejante participación va el PP de Feijóo y gana de largo. Increible. Que dirán ahora esos sociólogos que se han cansado de decir que al PP siempre le interesa desmovilizar al electorado para que haya una baja participación que es su única puerta a una victoria electoral. No, no es el caso. El PP también gana con una participación alta y Feijóo lo ha demostrado.
No cabe duda, Alberto Núñez Feijóo es el incuestionable vencedor de la noche. No le va a la zaga el menos rodado Antonio Basagoiti que, con una campaña polarizada entre PNV y PSE, con una pesada y tortuosa herencia como la de María San Gil y con muy poco tiempo para hacer proyecto ha conseguido sostener la posibilidad de un gobierno no nacionalista en Euskadi. Sin duda Rajoy puede sacar pecho y pasarle factura a algún barón o baronesa con aspiraciones. Ahora, seguro que los populares pueden y van a trabajar de cara a las europeas para terminar de asentar el nuevo PP y apuntar hacia las municipales de dentro de dos años.
Por cierto, un primer apunte de posibles alianzas, no echen todavía al PNV de Ajuria Enea. Aunque el PSE y el PP sumen 38 diputados o más, yo sigo creyendo en que el PNV se aferrará al poder a toda costa y Patxi no estará en condiciones de quitarselo. Y si no, al tiempo. Pero los estrategas del PSE no deberían olvidar que hace 23 años una decisión equivocada llevó al PSE a un abismo del que les ha costado mucho salir.
Valor y al toro.