No queda mucho por decir. En realidad, creo que no queda nada. Sólo las impresiones y sentimientos personales ante una de esas personalidades que pueden marcarte, a fondo. Una de esas personas que dejan huella con lo que hacen. Uno de esos hombres que todo el mundo conoce e identifica tanto por su cara como por su nombre. Un hombre bueno, caso poco común, que cosechó tantos elogios unánimes en vida que, una vez muerto, no podía causar más que admiración y respeto igual de unánimes.
Se ha muerto con la misma dignidad que vivió. Razonablemente discreto. Suficientemente visible e implicado como para que nadie pueda decir que se mantuvo al margen. De él dijo el gran Alfred Hitchcock que era un gran actor pero, la única vez que le dirigió, le dejó un poso un poco excesivo. Ese que inevitablemente dejaba el Actors Studio. Fue grande en la comedia, en el drama, haciendo de bueno, de malo, de perturbado y de atormentado. Fue galán, conquistador, vaquero, estafador, boxeador, músico, jugador de billar,... y, sobre todo, esposo y padre.
Me acuerdo bien cuando empecé a descubrirlo, como tantas cosas en el mundo del cine, de la mano de mi madre. Me acuerdo como buscaba ansiosamente, en los tiempos previos al emule, cualquier película suya que pusieran en los, por entonces, dos canales visibles en España. Me acuerdo como tuve que reconocer que El Buscavidas era mucho mejor película que El color del dinero. Por mucho que yo hubiese visto primero la secuela y por mucho que le dieran el oscar tardío por ese papel de Eddie Felson "el rápido" ya con canas y bigote.
Creo haber visto casi todas sus películas, muchas de ellas, más de una docena de veces. El buscavidas, Marcado por el odio, El Premio, Cortina Rasgada, El Golpe, La gata sobre el tejado de zinz, Veredicto final, El coloso en llamas, Dos hombres y un destino,... están entre mis favoritas. También las tiene que no me gustan demasiado, por supuesto. Exodo, Dulce pájaro de juventud y alguna otra no me apasionan. La que no he visto, entre otras suyas, es El cáliz de plata. He leído, en alguna ocasión, que una de las veces que la pasaron por televisión en Estados Unidos, él mismo incluyó un anuncio en los periódicos pidiendo perdón por dicha película. Así era el zurdo que era diestro, el indomable que lo fue sin estridencias, el buscavidas que encontró la suya razonablemente pronto y consolidó el matrimonio más estable de Hollywood con Joan Woodward.
Se ha muerto Paul Newman y el cine es, desde ayer, un poco peor. Sin duda.
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