Cuanto Valéry Giscard d'Estaing era presidente de Francia yo era un niño. Cuando dejó de serlo, también. A medida que él se convertía en ex-presidente y los franceses produraban arrinconarlo en la historia de la quinta república, yo dejaba de ser niño. Siempre me pareció un tipo más bien altanero, despreciable, lo que los españoles llamamos un gabacho, así, sin contemplaciones.
Cuando siguió pasando el tiempo y su adversario Jacques Chirac (otro que tal baila) le dio la ocasión de recuperar viejos laureles con el tema de la no-nata Constitución europea, yo ya no era un niño, y ni desprecio por el tal Giscard no había dejado de aumentar. Compartido, eso sí, con el eterno superviviente de Chirac.
Uno y otro siempre se creyeron superiores a los españoles. Su catálogo de desplantes, desprecios e ignorancias para con España y los españoles podrían llenar varias páginas en cualquier enciclopedia, suponiendo que alguien tuviese el mal gusto de dedicar tiempo y esfuerzo a reunirlas y catalogarlas. Lo curioso del caso es que ambos solían ir más allá de lo que viene siendo normal, históricamente, entre países vecinos.
El testigo lo ha cogido ahora el pequeño Napoleón Sarkozy (manda narices llamarle pequeño Napoleón, como si el corso fuese un gigante) que es algo más prudente en este aspecto, aunque nos sorprenda. Él suele preferir otra estrategia. Nicolás Sarkozy opta más por ignorar a los vecinos como España. Apenas se relaciona con sus acólitos de cuerda política, siempre que le garanticen que va a ser tratado como un Mesías. Si no, pasa, directamente.
Pero se ve que las tornas han cambiado. Ahora somos nosotros los que tenemos a un ignorante, imprudente y metepatas al frente del país. No tiene bastante con hacer el ridículo, sistemáticamente, apoyándose en que la economía española es de Champions, que hemos superado a Italia, que a Francia le tiembla el ojete, que todo lo malo es culpa de EE UU y que España no tiene parangón en el mundo. Y eso lo dice el tío así, sin inmutarse.
Como representante del PSOE, ya ha dado muestra de su habilidad para quedar mal con media humanidad, Alianza de Civilizaciones a parte. No es cosa de recordarle sus apoyos a Schroeder, Kerry, Segolene, Prodi,... Un crack vamos. Pero bueno, lo hace desde el punto de vista de partido y vale. La cuestión es que anoche, en Nueva York, hablaba como jefe del Gobierno y ante los mejores empresarios internacionales. Ni corto ni perezoso insistió en que hemos superado a Italia y se atrevió a decir que ¡Francia tiembla!. ¡Pero este tío que se mete!. Quienes tiemblan son los banqueros españoles después de oirle decir que el sistema bancario español es el más sólido del mundo.
¿Cuánto habrán gastado en pañales Botín, González y compañía sabiendo, como saben, que es gafe?. Recuerden que fue asomar a sus labios la expresión Champions League referida a la economía española y no hemos dejado de caer en todos los indicadores. Fue decir que el año que viene ibamos a estar mejor en la lucha contra el terrorismo y los etarras volvieron a matar a dos personas,... cuantos ejemplos se habrán cruzado por la mente de nuestros banqueros mientras trataban de buscar soluciones a la gran crisis que se les avecina y que no saben por donde les va a asomar. Porque, eso sí, nuestro presi es de lo más imprevisible. Nunca sabemos con que nos va a joder la próxima vez.
No empiecen los mal pensados a criticarme por ser tan crítico con Zapatero. Claro que entiendo que tiene que defender nuestros intereses. La pena es que nunca lo hace ni en el foro adecuado ni de la forma adecuada. Para defender nuestros intereses no tiene que enemistarnos con media humanidad, precisamente con la media con la que mejor nos deberíamos llevar. Sólo tiene que decir la verdad. No es tan difícil, señor Zapatero. ¿O sí?.
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