Póngase en situación. Usted paga el colegio de sus hijos. El colegio impone la cuantía de la cuota mensual y usted no rechista. Usted ve que la comida que le dan a sus hijos es, más o menos, la misma que cuando usted iba al mismo colegio. Comprueba que las canastas y las porterías son las mismas en las que usted jugaba en su etapa escolar. Han repintado las líneas de cada pista, eso sí. Algunos pupitres los han renovado, pero es que los que había no daban para más. Con todo, la mayoría siguen siendo los mismos que usted ocupó hace ya unos cuantos años. En la biblioteca del colegio se han incorporado algunos libros nuevos (sólo faltaría), pero las mesas, las fichas, las estanterías, son las mismas. Hasta es la misma la entrañable señora encargada de confirmar los prestamos.
Un buen día, allá por el mes de abril, llegado el momento de reservar plaza y ante la imparable fuga de alumnos a otros centros más modernos y mejor equipados, su colegio, al que van sus hijos y al que antes fue usted, le anuncia que le van a devolver un dinerito de las cuotas de los últimos años. Un dinerito que ha sobrado y que tienen en una caja guardadito porque, dicen, la dirección del colegio ha sido muy ahorradora, y ahora puede devolvérselo. Ese día, no sabe muy bien porqué, usted se acuerda que a principios de curso la misma dirección del colegio anunció que a las familias con dos o más hijos en el centro iban a tener los libros gratis. No era una generosidad para todos, no, pero había que entender que algunos lo necesitaban más. Semanas después también se enteró de que aquellos alumnos que venían en la ruta escolar tampoco tendrían que pagar ese autobús. El colegio se hacía cargo.
Usted, que por razones sentimentales fácilmente entendibles, quería seguir mandando a sus hijos a ese colegio "casi familiar" empezó a pensar que algo iba mal. Lo más importantes en un centro educativo es que la educación sea la mejor. Contar con los mejores profesores, con todos los medios posibles, que los laboratorios estén bien equipados, que el gimnasio esté bien acondicionado,... Pero nada de eso ha cambiado desde que usted estuvo en las mismas aulas. Las cuotas mensuales si se han "puesto al día" pero los medios siguen siendo los mismos.
Con este panorama, no es de extrañar que usted no diese crédito al anuncio de la "devolución" de ese dinero. Y va usted y se pone en contacto con la dirección para que se lo explique. Pero no tiene explicación más allá del consabido ahorro y eficacia en la gestión. Usted sugiere que destinen ese dinero a las mejoras evidentes que todos ven y reclaman para sus hijos. Pero la respuesta sigue siendo la misma: mucho mejor que usted tenga ese dinerito en el bolsillo, que para eso es suyo. Y usted no puede dejar de pensar que hay gato encerrado. Si es suyo, porque me lo han estado cobrando de más todos estos meses. Es más, si reparte la cantidad que le van a devolver entre todas las letras mensuales que ha pagado, el resultado es poco menos que el chocolate del loro. Pero claro, todo juntito, en una sola paga... parece algo.
()
Si llegados a este punto, usted piensa que no tiene hijos, que, por lo tanto, no los lleva a ningún colegio, y que todo esto le recuerda mucho a algo que ha oido este fin de semana (y que sigue retronando en las radios y televisiones de España) lo mismo tiene usted razón. Y lo mismo, sólo quizás, debería pensar si el colegio necesita ese dinero para cambiar unas cuantas cosas que han envejecido a pasos agigantados o si lo que pretende la dirección es "comprar" su silencio y que siga usted dónde y cómo está usted ahora mismo; no vaya a ser que le dé a usted por cambiar de opinión y sea la dirección la que tenga un problema y gordo.
¿Lo ve usted como yo?
lunes, 28 de enero de 2008
miércoles, 23 de enero de 2008
UNA DE PRONÓSTICOS
Hoy me voy a permitir la licencia de hacer pronósticos. Pronósticos en clave electoral.
El primero es acierto seguro. La noche del próximo día 9 de marzo, todos habrán ganado las elecciones. Al menos, eso dirán todos y cada uno de los partidos. Dirán ustedes que ese es un flojo pronóstico y tendrán razón.
El segundo también va sobre seguro. A mediados de abril España tendrá nuevo gobierno. Es este un pronóstico más sutil. Si gana Rajoy el gobierno será nuevo de toda novedad. Si gana Zapatero, el gobierno será todo lo nuevo que el líder socialista está deseando pero no ha querido afrontar para no dar munición gratis a la oposición, a las oposiciones. Fuera Malenis, más peso político a Chacones. En esa simplificación podría resumirse el panorama.
De una cosa estoy bien seguro, sea cual sea el resultado, España sólo puede mejorar a partir de ese punto. Y lo hará.
Estoy seguro de que, más de uno, se sentirá decepcionado al llegar a este punto. Al hablar de pronósticos en clave electoral, seguro que alguien esperaba algo más. A ello vamos. A estas alturas, los sondeos coinciden en dar un cierto empate técnico entre PSOE y PP. Las encuestas más elaboradas, apuntan también que el descontento subyacente entre el electorado ante el gobierno también, aunque sin llegar a ser alarmante. Los escaños que deciden el resultado final se mueven por un puñado, literal, de votos. En muchos casos, unas decenas. Quiere ello decir que una familia puede cambiar el resultado de un escaño. Enorme responsabilidad la nuestra.
A estas alturas, y sin poder tener en cuenta lo que ocurra de aquí a las elecciones, mi pronóstico es que el empate en el número de escaños va a ser más real que nunca en nuestra democracia. Entrarán ahí en juego las posibles alianzas, la capacidad de nuestros políticos, o la voluntad de los grandes partidos por entenderse. En ninguno de esos elementos tengo demasiada confianza. Mejor dicho, tengo la misma que en la capacidad de un electorado en ponerse de acuerdo para que alguien gobierne.
Esas expresiones tan al uso de que "los electores han dicho claramente que quieren un gobierno de..." son majaderías. Los electores no dicen nada. Cada elector dice lo que quiere individualmente. Y los políticos obran en consecuencia, también como quieren.
Así que, ya saben, voten. Tal y como ustedes piensan, no en función de un electorado (como colectivo) al que nadie conoce. Pero voten. Y de aquí al día 9 de marzo, si hay novedades importantes (vease los debates programados entre los candidatos) iremos matizando las predicciones.
El primero es acierto seguro. La noche del próximo día 9 de marzo, todos habrán ganado las elecciones. Al menos, eso dirán todos y cada uno de los partidos. Dirán ustedes que ese es un flojo pronóstico y tendrán razón.
El segundo también va sobre seguro. A mediados de abril España tendrá nuevo gobierno. Es este un pronóstico más sutil. Si gana Rajoy el gobierno será nuevo de toda novedad. Si gana Zapatero, el gobierno será todo lo nuevo que el líder socialista está deseando pero no ha querido afrontar para no dar munición gratis a la oposición, a las oposiciones. Fuera Malenis, más peso político a Chacones. En esa simplificación podría resumirse el panorama.
De una cosa estoy bien seguro, sea cual sea el resultado, España sólo puede mejorar a partir de ese punto. Y lo hará.
Estoy seguro de que, más de uno, se sentirá decepcionado al llegar a este punto. Al hablar de pronósticos en clave electoral, seguro que alguien esperaba algo más. A ello vamos. A estas alturas, los sondeos coinciden en dar un cierto empate técnico entre PSOE y PP. Las encuestas más elaboradas, apuntan también que el descontento subyacente entre el electorado ante el gobierno también, aunque sin llegar a ser alarmante. Los escaños que deciden el resultado final se mueven por un puñado, literal, de votos. En muchos casos, unas decenas. Quiere ello decir que una familia puede cambiar el resultado de un escaño. Enorme responsabilidad la nuestra.
A estas alturas, y sin poder tener en cuenta lo que ocurra de aquí a las elecciones, mi pronóstico es que el empate en el número de escaños va a ser más real que nunca en nuestra democracia. Entrarán ahí en juego las posibles alianzas, la capacidad de nuestros políticos, o la voluntad de los grandes partidos por entenderse. En ninguno de esos elementos tengo demasiada confianza. Mejor dicho, tengo la misma que en la capacidad de un electorado en ponerse de acuerdo para que alguien gobierne.
Esas expresiones tan al uso de que "los electores han dicho claramente que quieren un gobierno de..." son majaderías. Los electores no dicen nada. Cada elector dice lo que quiere individualmente. Y los políticos obran en consecuencia, también como quieren.
Así que, ya saben, voten. Tal y como ustedes piensan, no en función de un electorado (como colectivo) al que nadie conoce. Pero voten. Y de aquí al día 9 de marzo, si hay novedades importantes (vease los debates programados entre los candidatos) iremos matizando las predicciones.
PUEDAN O NO, NO SE LA PIERDAN
Estos días, en los que la Bolsa ha entrado en campaña no se sabe todavía muy bien a favor de quién o en contra de quién, en los que se buscan referencias hace 20 años, hace 25 años, hace 80 años, para evaluar lo ocurrido con las pérdidas, estos días, digo, me he acordado del blanco y negro.
Esas colas en los servicios de beneficiencia de todo Estados Unidos esperando un cacito de sopa (agua caliente, en realidad), esos trabajadores sin trabajo pero con familias de muchos miembros de mirada perdida, esas uvas de la ira colgando del regazo de niños famélicos en la que era ya la gran potencia del mundo. Y pienso que, de forma un tanto inconsciente, tendemos a asociar las fotos en blanco y negro con un pasado oscuro, sin alegría, un pasado al que miramos con cierto desdén y afán de olvido. Nadie parece acordarse, yo también tengo que hacer un esfuerzo, de que los gloriosos años 20 también se fotografiaron en blanco y negro. El color no imprime optimismo. Sólo es una cuestión de años. El color puede ser igual de dramático y doloroso. El blanco y negro, igual de feliz y optimista.
Recuerdo, en este punto, el impacto que me produjo una reciente exposición de fotografías acogida en la Fundación Telefónica a finales del pasado año. Eran imágenes netamente periodisticas devenidas en historia por las muchas décadas transcurridas. Eran imágenes, desde luego, en ese blanco y negro plagado de matices, de "colores". Viene, a la retina de mi subconsciente, una de las fotos de Joaquín Sorolla pintando un retrato del ya Nobel Jacinto Benavente. Juraria que se distinguían, perfectamente, los tonos cálidos del valenciano sobre el lienzo.
Me parece estar viendo el azul del cielo madrileño, ese azul que se ha dado en llamar velazqueño, en las primeras fotos aéreas del pionero de las imágenes tomadas desde el aire. Aflora el amarillo pajizo de la España de principios de siglo en las fotografías tomadas para ilustrar el crecimiento de la red telefónica por nuestro país.
Y que decir del intenso morado de la bandera republicana izada a hombros de un ciudadano en el nacimiento de la calle Preciados de Madrid. Muy cerca del que era y sigue siendo kilómetro cero de nuestro país. Es, en definitiva, el mejor resumen de cincuenta años de nuestra historia. Esos cincuenta años que, por primera vez, quedaban retratados en imágenes químicas, nada de óleos y lienzos.
El historiador se llamaba Luis Ramón Marín. Su trabajo, un trabajo impagable para toda una nación, ha renacido de la mano de su hija, de sus nietos, de la Fundación Pablo Iglesias y de la Fundación Telefónica. España, nuestra historia, nuestra memoria, tienen una deuda con Marín. La exposición va a recorrer España.
Puedan o no, no se la pierdan.
Esas colas en los servicios de beneficiencia de todo Estados Unidos esperando un cacito de sopa (agua caliente, en realidad), esos trabajadores sin trabajo pero con familias de muchos miembros de mirada perdida, esas uvas de la ira colgando del regazo de niños famélicos en la que era ya la gran potencia del mundo. Y pienso que, de forma un tanto inconsciente, tendemos a asociar las fotos en blanco y negro con un pasado oscuro, sin alegría, un pasado al que miramos con cierto desdén y afán de olvido. Nadie parece acordarse, yo también tengo que hacer un esfuerzo, de que los gloriosos años 20 también se fotografiaron en blanco y negro. El color no imprime optimismo. Sólo es una cuestión de años. El color puede ser igual de dramático y doloroso. El blanco y negro, igual de feliz y optimista.
Recuerdo, en este punto, el impacto que me produjo una reciente exposición de fotografías acogida en la Fundación Telefónica a finales del pasado año. Eran imágenes netamente periodisticas devenidas en historia por las muchas décadas transcurridas. Eran imágenes, desde luego, en ese blanco y negro plagado de matices, de "colores". Viene, a la retina de mi subconsciente, una de las fotos de Joaquín Sorolla pintando un retrato del ya Nobel Jacinto Benavente. Juraria que se distinguían, perfectamente, los tonos cálidos del valenciano sobre el lienzo.
Me parece estar viendo el azul del cielo madrileño, ese azul que se ha dado en llamar velazqueño, en las primeras fotos aéreas del pionero de las imágenes tomadas desde el aire. Aflora el amarillo pajizo de la España de principios de siglo en las fotografías tomadas para ilustrar el crecimiento de la red telefónica por nuestro país.
Y que decir del intenso morado de la bandera republicana izada a hombros de un ciudadano en el nacimiento de la calle Preciados de Madrid. Muy cerca del que era y sigue siendo kilómetro cero de nuestro país. Es, en definitiva, el mejor resumen de cincuenta años de nuestra historia. Esos cincuenta años que, por primera vez, quedaban retratados en imágenes químicas, nada de óleos y lienzos.
El historiador se llamaba Luis Ramón Marín. Su trabajo, un trabajo impagable para toda una nación, ha renacido de la mano de su hija, de sus nietos, de la Fundación Pablo Iglesias y de la Fundación Telefónica. España, nuestra historia, nuestra memoria, tienen una deuda con Marín. La exposición va a recorrer España.
Puedan o no, no se la pierdan.
martes, 22 de enero de 2008
SOMOS UNA PANDA DE DESAGRADECIDOS
Lo importante es que los niños compartan sus juegos, aunque sea a la fuerza. Que se diviertan... tal y como imponen los políticos. Que niños y niñas compartan la comba aunque sea a costa de que las niñas den a un ritmo menor, para que los niños no se sientan desplazados. Así, todos seremos un poco más iguales.
A quién le importa si aqprenden a leer, a dividir o la tabla periódica. Lo importante es que ellos cojan el ritmo de la comba de ellas, el que ellas les marquen. La disciplina en las aulas, puede esperar. Es más, podemos olvidarnos de ella. El respeto a la persona que los educa carece de importancia ya que ellos y ellas ya practican el pilla pilla o el tu la llevas con la precisa igualdad. ¡Qué más dá si, como en mi caso, siguen poniendo faltas de ortografía rozando los 40 (y no será porque no me esfuerce). Habrán aprendido que si ellos no juegan al fútbol entre ellos y ellas comparten sus saltitos con ellos, la convivencia será mucho mejor, España será más España y nuestra economía estará en mejores condiciones que ninguna otra para afrontar una crisis que, en realidad, nunca termina de llegar.
Esos son los pilares de la nueva sociedad que por... narices tenemos que asumir, que interiorizar. Compartiendo lo que nos importa tres... narices, nos volvemos mejores personas y si no, es que no nos merecemos pertenecer a esta España. No sabemos lo que nos perdemos.
A quién le importa si aqprenden a leer, a dividir o la tabla periódica. Lo importante es que ellos cojan el ritmo de la comba de ellas, el que ellas les marquen. La disciplina en las aulas, puede esperar. Es más, podemos olvidarnos de ella. El respeto a la persona que los educa carece de importancia ya que ellos y ellas ya practican el pilla pilla o el tu la llevas con la precisa igualdad. ¡Qué más dá si, como en mi caso, siguen poniendo faltas de ortografía rozando los 40 (y no será porque no me esfuerce). Habrán aprendido que si ellos no juegan al fútbol entre ellos y ellas comparten sus saltitos con ellos, la convivencia será mucho mejor, España será más España y nuestra economía estará en mejores condiciones que ninguna otra para afrontar una crisis que, en realidad, nunca termina de llegar.
Esos son los pilares de la nueva sociedad que por... narices tenemos que asumir, que interiorizar. Compartiendo lo que nos importa tres... narices, nos volvemos mejores personas y si no, es que no nos merecemos pertenecer a esta España. No sabemos lo que nos perdemos.
lunes, 21 de enero de 2008
UNA DE CONSEJOS NO PEDIDOS.
Va de heridas. Va de Generales, soldados, coroneles,... Va de estrategias, tácticas, vanguardias, retiradas. Va de victorias, derrotas. Va de batallas y guerras.
El hombre es un animal bélico por naturaleza. La guerra, la confrontación, es su estado natural. Pasada la época de las guerras, por aquello de que la próxima puede ser la última, nos hemos conformado con sucedáneos. Juegos (o videojuegos) de guerra, deportes en los que volcamos toda nuestra agresividad, desde el lenguaje mismo. Y la política. Hacía mucho tiempo que no oía y leía tantos términos bélicos fuera de contexto.
Me viene a la cabeza una frase atribuída a Napoleón según la cual quería a sus "generales con suerte". En el caso de un partido político, también es de desear que los "generales" tengan suerte. Pero, claro, si la suerte de los "generales" políticos la marca el líder de ese partido... se juega con cartas marcadas, como en los barcos del Mississippi. Y así no vale.
Con suerte o sin ella, lo más importante (en casi todo en la vida) es aprender. Aprender de los que te rodean, aprender de tus errores y de los errores ajenos. Aprender. El mejor conductor puede tener un accidente, que se lo digan a Alonso. El mejor tenista puede perder un partido, que se lo digan a Federer. El mejor General perder una batalla e, incluso, una guerra... que se lo digan al propio Napoleón.
El problema no es fallar, perder, equivocarse. El problema es no aprender.
A Gallardón le cuesta aprender de sus errores políticos. No aprendió lo importante que es la estructura de partido para los tiempos difíciles. Cuando se gana y se manda, el partido cierra filas, cuando vienen mal dadas, el partido se retuerce y si no lo controlas, te puedes quedar fuera. Así le ha pasado más de una vez a Gallardón. Y él, que fue el Secretario General más joven que nunca haya tenido el PP, no se ha enterado de eso. Él, que encadena unos resultados electorales que nadie en su partido puede igualar (salvo algún alcalde de pueblo, ya se sabe, los pueblos son otra cosa), no es consciente de lo importante que es tener algo más que el núcleo de pretorianos en el que apoyarse. Él, vapuleado varias veces por su "hermana" Esperanza, a cuenta, precisamente, del partido, no ha tomado nota.
Probablemente a Gallardón le pasa como a su mentor, Fraga. A Don Manuel, no le tosía nadie. Probablemente, una de las pocas veces que le llevaron la contraria fue en su propia casa de Perbes hace ahora 20 años. El Fundador aportaba por Isabel Tocino, los mozuelos por José María Aznar. El patriarca anfitrión cedió y el PP terminó llegando al poder. Cuando la caga, a Gallardón pocos se atreven a toserle. Así, él y los suyos esperan a que escampe y a que el animal político que lleva dentro alcance otro logro para olvidarse de las heridas sufridas. Pero ese no es un planteamiento inteligente. Igual que no lo es fiarlo todo a apoyos como el de Fraga.
Mejor haría, Gallardón, en buscar un equipo de estrategas de verdad. En diseñar una operación a medio largo plazo con verdadero cuajo y a dejarse aconsejar, aunque en ocasiones no le guste lo que le dicen. Y si esos consejor pasan porque él nunca sea Presidente del Gobierno, que lo asuma. Fraga nunca lo fue. Y como siga siendo su único apoyo serio en el PP, lo va a tener muy crudo.
A Gallardón no se le puede olvidar que en las encuestas alcanza unos resultados envidiables, entre otras cosas, porque es la opción preferida por muchos... en segunda opción. Cuando el encuestador, al que no le cuesta nada, incluye su nombre entre las respuestas posibles, sale Gallardón. Pero a la hora de imprimir las papeletas de verdad, su nombre no puede estar siempre en todas, sobre todo, porque su partido no está por la labor.
Y sin papeleta impresa no hay Gallardón que valga.
El hombre es un animal bélico por naturaleza. La guerra, la confrontación, es su estado natural. Pasada la época de las guerras, por aquello de que la próxima puede ser la última, nos hemos conformado con sucedáneos. Juegos (o videojuegos) de guerra, deportes en los que volcamos toda nuestra agresividad, desde el lenguaje mismo. Y la política. Hacía mucho tiempo que no oía y leía tantos términos bélicos fuera de contexto.
Me viene a la cabeza una frase atribuída a Napoleón según la cual quería a sus "generales con suerte". En el caso de un partido político, también es de desear que los "generales" tengan suerte. Pero, claro, si la suerte de los "generales" políticos la marca el líder de ese partido... se juega con cartas marcadas, como en los barcos del Mississippi. Y así no vale.
Con suerte o sin ella, lo más importante (en casi todo en la vida) es aprender. Aprender de los que te rodean, aprender de tus errores y de los errores ajenos. Aprender. El mejor conductor puede tener un accidente, que se lo digan a Alonso. El mejor tenista puede perder un partido, que se lo digan a Federer. El mejor General perder una batalla e, incluso, una guerra... que se lo digan al propio Napoleón.
El problema no es fallar, perder, equivocarse. El problema es no aprender.
A Gallardón le cuesta aprender de sus errores políticos. No aprendió lo importante que es la estructura de partido para los tiempos difíciles. Cuando se gana y se manda, el partido cierra filas, cuando vienen mal dadas, el partido se retuerce y si no lo controlas, te puedes quedar fuera. Así le ha pasado más de una vez a Gallardón. Y él, que fue el Secretario General más joven que nunca haya tenido el PP, no se ha enterado de eso. Él, que encadena unos resultados electorales que nadie en su partido puede igualar (salvo algún alcalde de pueblo, ya se sabe, los pueblos son otra cosa), no es consciente de lo importante que es tener algo más que el núcleo de pretorianos en el que apoyarse. Él, vapuleado varias veces por su "hermana" Esperanza, a cuenta, precisamente, del partido, no ha tomado nota.
Probablemente a Gallardón le pasa como a su mentor, Fraga. A Don Manuel, no le tosía nadie. Probablemente, una de las pocas veces que le llevaron la contraria fue en su propia casa de Perbes hace ahora 20 años. El Fundador aportaba por Isabel Tocino, los mozuelos por José María Aznar. El patriarca anfitrión cedió y el PP terminó llegando al poder. Cuando la caga, a Gallardón pocos se atreven a toserle. Así, él y los suyos esperan a que escampe y a que el animal político que lleva dentro alcance otro logro para olvidarse de las heridas sufridas. Pero ese no es un planteamiento inteligente. Igual que no lo es fiarlo todo a apoyos como el de Fraga.
Mejor haría, Gallardón, en buscar un equipo de estrategas de verdad. En diseñar una operación a medio largo plazo con verdadero cuajo y a dejarse aconsejar, aunque en ocasiones no le guste lo que le dicen. Y si esos consejor pasan porque él nunca sea Presidente del Gobierno, que lo asuma. Fraga nunca lo fue. Y como siga siendo su único apoyo serio en el PP, lo va a tener muy crudo.
A Gallardón no se le puede olvidar que en las encuestas alcanza unos resultados envidiables, entre otras cosas, porque es la opción preferida por muchos... en segunda opción. Cuando el encuestador, al que no le cuesta nada, incluye su nombre entre las respuestas posibles, sale Gallardón. Pero a la hora de imprimir las papeletas de verdad, su nombre no puede estar siempre en todas, sobre todo, porque su partido no está por la labor.
Y sin papeleta impresa no hay Gallardón que valga.
jueves, 17 de enero de 2008
PUES CLARO QUE SON AMBICIOSOS!
Un político que diga que no tiene ambición miente. Eso es evidente.
Sentada la premisa, no acabo de entender las justificaciones, que no explicaciones, que estamos conociendo estos días en relación con las listas electorales del PP para las próximas elecciones generales. Algún malicioso podría pensar que el PP se ha convertido en el Partido de Puertohurraco. Un partido en él que hay familias abiertamente enfrentadas (como en todos) y que la chispa menos esperada destapa las hostilidades. Algo de eso pasó el martes por la noche en la sede de la calle Génova.
Es lógico, legítimo y entendible que Gallardón aspire a estar en el Congreso... para suceder a Rajoy si pierde las elecciones. Igual de lógico, legítimo y entendible que Aguirre quiera lo mismo. El propio Rajoy ha dado pie a esta situación. No ha atajado los ofrecimientos y contra opiniones a tiempo y ha dado ocasión a que cada familia preparase sus estrategias a fondo. Conclusión, Rajoy se ha encontrado con un grave problema que no tenía una solución buena. Todas eran malas. Ahora bien, es posible que haya escogido la peor de todas.
Puestos en la tesitura de que todos dábamos por supuesto que Gallardón iba a ir en las listas, dejarlo fuera es un error que iba a traer consecuencias. Y las traerá. La propia Aguirre planteo la mejor salida. Ambición por ambición, todos al congreso. Alguien pone en duda que una lista con Rajoy, Pizarro, Aguirre, Gallardón y Zaplana en cinco de los seis primeros puestos sería un corral sólo de gallos, pero ¡menudo corral!. ¿Qué mejor apuesta de que el PP va a por todas en estas elecciones?. Y, además, todos contentos. Pero no, Rajoy tiro de galleguismo y, sinceramente, creo que se ha equivocado.
Igual que se equivocan, creo, los que ahora proclaman que el PP ha tirado todas sus opciones de victoria. Estos agoreros toman como ejemplo lo que le ocurrió al PSOE en el año 2000. Dudas, cambios de candidatos, reajustes en la dirección de los mensajes,... y al final, hostión. Ese análisis cojea, en mi opinión, de algo esencial. El electorado del PSOE no es el del PP. Eso es obvio, pero no sólo porque tienen ideas diferentes. El comportamiento político-electoral de los votantes del PP y del PSOE es muy distinto. Estoy convencido de que esta "marginación" de Gallardón aprieta las filas de la gran mayoría de los votantes populares y de muchos de los posibles votantes. El gesto de Aguirre, también. Algo impensable si hubiese sucedido en el PSOE, donde cosas parecidas, desmovilizan a los votantes.
Buena muestra de lo que digo es la reacción del PSOE en estas primeras horas. Si tuviesen claro que esta situación les beneficia, se estarían calladitos mientras los populares se sacan los ojos. Como tienen claro que no es así, han lanzado una operación de acoso en toda regla para sacarles ellos mismos los ojos. Y creo que se equivocan.
Está más que demostrado que los electores queremos propuestas más que puñaladas. A ver si se van enterando los de la ambición razonable.
Sentada la premisa, no acabo de entender las justificaciones, que no explicaciones, que estamos conociendo estos días en relación con las listas electorales del PP para las próximas elecciones generales. Algún malicioso podría pensar que el PP se ha convertido en el Partido de Puertohurraco. Un partido en él que hay familias abiertamente enfrentadas (como en todos) y que la chispa menos esperada destapa las hostilidades. Algo de eso pasó el martes por la noche en la sede de la calle Génova.
Es lógico, legítimo y entendible que Gallardón aspire a estar en el Congreso... para suceder a Rajoy si pierde las elecciones. Igual de lógico, legítimo y entendible que Aguirre quiera lo mismo. El propio Rajoy ha dado pie a esta situación. No ha atajado los ofrecimientos y contra opiniones a tiempo y ha dado ocasión a que cada familia preparase sus estrategias a fondo. Conclusión, Rajoy se ha encontrado con un grave problema que no tenía una solución buena. Todas eran malas. Ahora bien, es posible que haya escogido la peor de todas.
Puestos en la tesitura de que todos dábamos por supuesto que Gallardón iba a ir en las listas, dejarlo fuera es un error que iba a traer consecuencias. Y las traerá. La propia Aguirre planteo la mejor salida. Ambición por ambición, todos al congreso. Alguien pone en duda que una lista con Rajoy, Pizarro, Aguirre, Gallardón y Zaplana en cinco de los seis primeros puestos sería un corral sólo de gallos, pero ¡menudo corral!. ¿Qué mejor apuesta de que el PP va a por todas en estas elecciones?. Y, además, todos contentos. Pero no, Rajoy tiro de galleguismo y, sinceramente, creo que se ha equivocado.
Igual que se equivocan, creo, los que ahora proclaman que el PP ha tirado todas sus opciones de victoria. Estos agoreros toman como ejemplo lo que le ocurrió al PSOE en el año 2000. Dudas, cambios de candidatos, reajustes en la dirección de los mensajes,... y al final, hostión. Ese análisis cojea, en mi opinión, de algo esencial. El electorado del PSOE no es el del PP. Eso es obvio, pero no sólo porque tienen ideas diferentes. El comportamiento político-electoral de los votantes del PP y del PSOE es muy distinto. Estoy convencido de que esta "marginación" de Gallardón aprieta las filas de la gran mayoría de los votantes populares y de muchos de los posibles votantes. El gesto de Aguirre, también. Algo impensable si hubiese sucedido en el PSOE, donde cosas parecidas, desmovilizan a los votantes.
Buena muestra de lo que digo es la reacción del PSOE en estas primeras horas. Si tuviesen claro que esta situación les beneficia, se estarían calladitos mientras los populares se sacan los ojos. Como tienen claro que no es así, han lanzado una operación de acoso en toda regla para sacarles ellos mismos los ojos. Y creo que se equivocan.
Está más que demostrado que los electores queremos propuestas más que puñaladas. A ver si se van enterando los de la ambición razonable.
lunes, 14 de enero de 2008
¿POR QUÉ?
Antes de que nos demos cuenta habremos sobrepasado el límite de los 40. No me refiero a esa frontera totémica que tenemos los hombres, no. Me refiero a los años de democracia en España. No son pocos los que siguen con esa letanía fastidiosa de que nuestra democracia es joven. Me hubiese gustado a mi ver a esos mismos decirle a los alemanes de 1980 que su democracia era joven. O a los franceses, o a los italianos. No se hubiesen atrevido a semejante comentario. Ellos fueron fundadores de la proto Unión Europea 12 años después de recuperar sus respectivas democracias. Nosotros, ingresamos en la misma organización 9 después de recuperar nuestras instituciones. A veces, muchas veces, pienso que el tiempo es mucho más elástico de lo que pensó el que lo inventó.
Hay quienes siguen empeñados en que somos una joven democracia, que todavía está por consolidarse y que tenemos que aprender de los que nos rodean. Yo prefiero pensar que podemos tratar, en pie de igualdad, a casi todos los países del mundo. No tenemos que avergonzarnos y no tenemos que temer por nuestra más que asentada democracia. Tan asentada, que podemos hablar, debatir y discrepar de casi todo, sin temores.
Lo que sí me produce cierta desazón, y eso sí que es algo reciente, es descubrir que, definitivamente, estamos cerrando una etapa. Por mucho que queramos evitarlo, los personajes que contribuyeron a generar nuestra democracia nos están dejando. Es ley de vida. Unos físicamente. Otros, sólo intelectualmente. Los más, lo harán antes de que nos demos cuenta.
Este año que acabamos de cerrar se ha muerto el primero de los redactores de la Constitución, curiosamente, uno de los que seguía más activo. Gabriel Cisneros era tan querido como respetado, y no es un tópico. Hace unos días, me enteré de que otro ya no es consciente de que sigue con nosotros. Jordi Solé Tura padece alzheimer y se acaba de presentar un documental sobre su vida, sobre su obra, sobre sus aportaciones. De los otros cinco, uno está retirado de la política desde hace más de un cuarto de siglo; otro sigue con una intensa labor intelectual tan discutible y polémica como casi siempre; otro ha impartido hoy mismo una lección académica pre-jubilar en la universidad de la que es rector y ha tenido, recientemente, un fugaz retorno a la primera línea más polémico de lo que él esperaba; un cuarto sigue arrastrando su monumental cabeza por el senado aunque sea más un símbolo que una realidad política; y el último sigue ejerciendo su profesión de abogado con el mismo seny y diplomacia con el que pasó por Madrid dejando huella.
Pensando en estas biografías y personas, yo, que soy joven, que casi nací con la democracia y crecí con la Constitución, me pregunto por qué seguimos pensando en algo que ya está hecho. Por qué nos empeñamos en seguir cuestionando lo que hemos hecho y bien hecho. Por qué nos tenemos en tan poca estima y seguimos pensando que somos menos e inferiores a los que nos rodean. Por qué no tomamos conciencia de nuestros valores y seguimos construyendo en la misma senda que en estos últimos treinta y tantos años... que tan bien nos ha ido. ¿Por qué?.
Hay quienes siguen empeñados en que somos una joven democracia, que todavía está por consolidarse y que tenemos que aprender de los que nos rodean. Yo prefiero pensar que podemos tratar, en pie de igualdad, a casi todos los países del mundo. No tenemos que avergonzarnos y no tenemos que temer por nuestra más que asentada democracia. Tan asentada, que podemos hablar, debatir y discrepar de casi todo, sin temores.
Lo que sí me produce cierta desazón, y eso sí que es algo reciente, es descubrir que, definitivamente, estamos cerrando una etapa. Por mucho que queramos evitarlo, los personajes que contribuyeron a generar nuestra democracia nos están dejando. Es ley de vida. Unos físicamente. Otros, sólo intelectualmente. Los más, lo harán antes de que nos demos cuenta.
Este año que acabamos de cerrar se ha muerto el primero de los redactores de la Constitución, curiosamente, uno de los que seguía más activo. Gabriel Cisneros era tan querido como respetado, y no es un tópico. Hace unos días, me enteré de que otro ya no es consciente de que sigue con nosotros. Jordi Solé Tura padece alzheimer y se acaba de presentar un documental sobre su vida, sobre su obra, sobre sus aportaciones. De los otros cinco, uno está retirado de la política desde hace más de un cuarto de siglo; otro sigue con una intensa labor intelectual tan discutible y polémica como casi siempre; otro ha impartido hoy mismo una lección académica pre-jubilar en la universidad de la que es rector y ha tenido, recientemente, un fugaz retorno a la primera línea más polémico de lo que él esperaba; un cuarto sigue arrastrando su monumental cabeza por el senado aunque sea más un símbolo que una realidad política; y el último sigue ejerciendo su profesión de abogado con el mismo seny y diplomacia con el que pasó por Madrid dejando huella.
Pensando en estas biografías y personas, yo, que soy joven, que casi nací con la democracia y crecí con la Constitución, me pregunto por qué seguimos pensando en algo que ya está hecho. Por qué nos empeñamos en seguir cuestionando lo que hemos hecho y bien hecho. Por qué nos tenemos en tan poca estima y seguimos pensando que somos menos e inferiores a los que nos rodean. Por qué no tomamos conciencia de nuestros valores y seguimos construyendo en la misma senda que en estos últimos treinta y tantos años... que tan bien nos ha ido. ¿Por qué?.
martes, 8 de enero de 2008
SIN RETÓRICA
No pretendo poner en duda los éxitos y méritos de Iker Casillas. Es, sin duda, el mejor portero de España y, probablemente, del mundo. Es de esos pocos futbolistas que concentran tanta admiración como respeto. Que son igual de admirados por los jóvenes aficionados que por los que ven el fútbol desde que se jugaba con pañuelo en la cabeza y borceguís en los pies. Hace años que sostiene al Real Madrid y a la Selección Nacional, en muchos casos, en solitario. Es digno de admirar y no me extiendo, que Raúl del Pozo lo ha hecho hoy mucho mejor de lo que yo podré hacerlo nunca.
Sin embargo, no hay que olvidar que son muchos los futbolistas que han caído en el engaño del doping. Engaño para ellos, que obtienen unos resultados mucho mejores de lo que en realidad son capaces. Y engaño para los aficionados, que han creído que era deporte lo que en realidad era química y medicina. Hay hombres que han pagado su culpa y tratan de recuperar el crédito perdido. Los hay de los que nunca más se supo. Y también tenemos algunos que se esfuerzan por demostrar que ellos no han faltado y que todo ha sido un error. Pero el engaño está y es.
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Pido perdón.
Cuando se escribe, hay que ser sincero. De lo contrario, corres el riesgo de que nunca más se te crea. Lo que he dicho de Casillas en el primer párrafo lo suscribo plenamente. Decir, a continuación, lo que he dicho en el segundo párrafo es una barrabasada. Es uno de los peores ejercicios periodísticos y retóricos que se pueden hacer. No se relaciona un párrafo con el otro, pero puestos así, en su continuidad escrita, se genera una conclusión implícita nefasta.
Es un ejercicio muy utilizado por los retóricos. Uno de los mejores ejercicios de este estilo que se me vienen a la cabeza es el que incluyó Shakespeare en el monólogo de Marco Antonio en su célebre "Julio César".
Algo parecido es lo que han hecho varios medios de comunicación hoy a propósito de las heridas sufridas por un "presunto" etarra. En este país y en esta época, no tenemos ningún derecho a dudar de nuestras fuerzas de seguridad. Mucho menos, cuando hablamos de terroristas. Claro que la Guardia Civil cometió tropelías hace 80 años. Claro que ha habido casos de comportamiento inadecuado en momentos concretos. De ahí a poner en cuestión que la detención y el trato al "presunto" etarra no haya sido el "democrático" hay un trecho. Y que un medio de comunicación utilice este subterfugio para justificar un editorial y todo el planteamiento del día me parece despreciable.
Así, sin retórica.
Sin embargo, no hay que olvidar que son muchos los futbolistas que han caído en el engaño del doping. Engaño para ellos, que obtienen unos resultados mucho mejores de lo que en realidad son capaces. Y engaño para los aficionados, que han creído que era deporte lo que en realidad era química y medicina. Hay hombres que han pagado su culpa y tratan de recuperar el crédito perdido. Los hay de los que nunca más se supo. Y también tenemos algunos que se esfuerzan por demostrar que ellos no han faltado y que todo ha sido un error. Pero el engaño está y es.
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Pido perdón.
Cuando se escribe, hay que ser sincero. De lo contrario, corres el riesgo de que nunca más se te crea. Lo que he dicho de Casillas en el primer párrafo lo suscribo plenamente. Decir, a continuación, lo que he dicho en el segundo párrafo es una barrabasada. Es uno de los peores ejercicios periodísticos y retóricos que se pueden hacer. No se relaciona un párrafo con el otro, pero puestos así, en su continuidad escrita, se genera una conclusión implícita nefasta.
Es un ejercicio muy utilizado por los retóricos. Uno de los mejores ejercicios de este estilo que se me vienen a la cabeza es el que incluyó Shakespeare en el monólogo de Marco Antonio en su célebre "Julio César".
Algo parecido es lo que han hecho varios medios de comunicación hoy a propósito de las heridas sufridas por un "presunto" etarra. En este país y en esta época, no tenemos ningún derecho a dudar de nuestras fuerzas de seguridad. Mucho menos, cuando hablamos de terroristas. Claro que la Guardia Civil cometió tropelías hace 80 años. Claro que ha habido casos de comportamiento inadecuado en momentos concretos. De ahí a poner en cuestión que la detención y el trato al "presunto" etarra no haya sido el "democrático" hay un trecho. Y que un medio de comunicación utilice este subterfugio para justificar un editorial y todo el planteamiento del día me parece despreciable.
Así, sin retórica.
jueves, 3 de enero de 2008
DEJEN LA DEMOCRACIA EN PAZ
No hay nada peor que no tener nada que decir sobre alguien o como criticar al adversario. En ese punto, se recurre a las grandes palabras. Gruesas críticas que suenan terribles y que, en el fondo, están tan huecas como las cañas de bambú.
Últimamente, nuestros opinadores se están especializando en recurrir al término DEMOCRACIA como el gran referente para casi todo. Para los asistentes al acto del pasado domingo en Colón, el Gobierno está poniendo en riesgo la DEMOCRACIA, porque cuando se ataca o se pone en cuestión a la familia, se pone en cuestión la DEMOCRACIA misma.
La respuesta desde el Gobierno y desde el PSOE, era de esperar, es que la iglesia no respeta las reglas de la DEMOCRACIA.
Más allá del vacio mental enorme que, en mi opinión, reflejan estas afirmaciones, creo que manosear tanto un término sólo pone en cuestión al que lo manosea. Pero claro, como últimamente todos amasan el término DEMOCRACIA y otros similares (LIBERTAD, SOCIEDAD,...) como si fuesen suyos y sólo suyos, cualquiera diría que nos encontramos en el final de los días.
Nada más lejos de la realidad, en mi opinión. Son poses y sólo poses, pero que nos hacen mucho daño a todos. Así que, por favor, dejen la DEMOCRACIA en paz. Aprendar a desmontar de verdad y con argumentos los argumentos del contrario. Sólo así se enriquece una sociedad. Sólo así, todos seremos mejores y todos saldremos ganando.
Últimamente, nuestros opinadores se están especializando en recurrir al término DEMOCRACIA como el gran referente para casi todo. Para los asistentes al acto del pasado domingo en Colón, el Gobierno está poniendo en riesgo la DEMOCRACIA, porque cuando se ataca o se pone en cuestión a la familia, se pone en cuestión la DEMOCRACIA misma.
La respuesta desde el Gobierno y desde el PSOE, era de esperar, es que la iglesia no respeta las reglas de la DEMOCRACIA.
Más allá del vacio mental enorme que, en mi opinión, reflejan estas afirmaciones, creo que manosear tanto un término sólo pone en cuestión al que lo manosea. Pero claro, como últimamente todos amasan el término DEMOCRACIA y otros similares (LIBERTAD, SOCIEDAD,...) como si fuesen suyos y sólo suyos, cualquiera diría que nos encontramos en el final de los días.
Nada más lejos de la realidad, en mi opinión. Son poses y sólo poses, pero que nos hacen mucho daño a todos. Así que, por favor, dejen la DEMOCRACIA en paz. Aprendar a desmontar de verdad y con argumentos los argumentos del contrario. Sólo así se enriquece una sociedad. Sólo así, todos seremos mejores y todos saldremos ganando.
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