No soy yo de los que convivo con los políticos. Ni alterno con ellos, ni comparto confidencias con ellos. No conozco de sus manías y debilidades más que el común de los ciudadanos. Pero tengo para mi que cuando hay un runrún insistente, suele llevar aparejado lago de verdad.
Estos días, previos a la celebración de los 30 años de la Constitución han sido insistentes los rumores de cambio. Y, por más veces que me lo decían, o que lo oía, no podía dejar de pensar que era imposible.
No es el momento. Que digo, es, casi, el peor de los momentos. Las circunstancias no justifican, para nada, el cambio. Hace unos meses, sí, sin duda. Ahora, no. No hay forma de vender un cambio ahora sin que se le caiga la cara de vergüenza.
Un cambio ahora, sólo puede generar problemas y enemigos. Y, no porque no sea necesario, que lo es y mucho. Es que has perdido el momento de hacerlo y tienes que esperar a que las circunstancias de nuevo, se vuelvan propicias.
Claro que hay decenas de piezas que no encajan. Claro que el puzle no ha salido como pensabas y tienes que reformarlo. Pero ahora no. No se trata de sostenerla y no enmendarla. Se trata de que, en política, es casi tan importante hacer las cosas como saber y poder explicarlas. Es casi tan importante hacerlas como que salgan bien y que el hacerlas haya sido mejor que el dejar de hacerlas. De lo contrario, espera a otro momento.
Teniendo todo eso en cuenta, no puedo creer que los rumores sean falsos o maliciosos, pero me cuesta mucho más creer que sean factibles. Que se vayan a convertir en realidad.
Esta misma mañana, Zapatero ha afirmado, casi por sorpresa, que no es el momento de abordar una reforma de la Constitución. Ha dicho que no es una tarea prioritaria del Gobierno. De un Gobierno que, según Mariano Rajoy, ha sufrido una enmienda a la totalidad esta semana en el flanco más débil, el económico, con el dato del paro conocido el miércoles.
No seré yo quien rectifique, en este punto, al presidente del Gobierno. Si él, que en su primer discurso de investidura planteo cuatro reformas claras de la Constitución como una de las prioridades de su acción de gobierno, ahora cree que no es el momento, no le voy a llevar la contraria.
Recuerde, Presidente, NO ES EL MOMENTO.
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