Hoy pensaba escribir especialmente pensando en paulfrank, este buen amigo que tan generosamente abrió el fuego de los comentarios en este modesto blog. Y pensaba escribir, pensando en él, para completar algunas cosillas sobre éste mi país, con la intención de no dejar la impresión de que somos un país "bananero". En tal sentido, lo primero que vino a la cabeza es ese dicho, muy conocido en España que dice algo así como que "si una persona habla mal de Francia es un inglés, si habla mal de Inglaterra es irlandés, si habla mal de Alemania es un polaco,... pero si habla mal de España es un español". Los dichos populares suelen tener un punto de verdad y éste no lo es menos.
En todos los países se suele ser crítico con la historia, la tradición, las costumbres y los comportamientos de los conciudadanos... de puertas para adentro. Pero cuando se habla con personas de otros países o ante audiencias internacionales es normal atemperar las opiniones sobre su propio país y defenderlo. Es ese principio que se conoce en general como chauvinismo (quizás porque los franceses son los prototípicos representantes de tal comportamiento) y que casi todo el mundo defiende. Pues bien, en España no se suele dar ese comportamiento. Los españoles no solemos tener reparos en criticar y despreciar lo que es nuestro. Somos los primeros en despreciar aquello que nos hace válidos ante el mundo.
Mientras los ingleses son los mayores defensores de personajes patrios como Cromwell, Enrique VIII o Isabel I; los franceses reivindican a los responsables de la matanza de los hugonotes o al General Petain; o los rusos a Catalina la Grande; con todo lo que estos y otros muchos personajes tienen que callar ante la historia, los españoles no tenemos reparos en ser los primeros en criticar a Felipe II, a los Reyes Católicos o el sistema de la restauración. Hasta hace sólo un par de años, de lo único que nos sentíamos unánimemente orgullosos era de nuestra Transición, con Don Juan Carlos y Adolfo Suárez a la cabeza. Y ahora ya ni eso.
Por poner un ejemplo, un poco simple pero muy ilustrativo, cualquier país europeo que "coloca" un actor o director en Hollywood (incluso Gran Bretaña) convierte a tal personaje en icono de su cultura. Y eso es así desde los tiempos de Greta Garbo, Marlene Dietrich, Ernst Lubitsch o Fritz Lang hasta los más recientes de Sofia Loren, Jean Reno, Roberto Benigni o Paul Greengras. Pero nosotros tuvimos gente como Edgar Neville, Sara Montiel y más recientemente, Pedro Almodovar, Fernando Trueba o Antonio Banderas y consideramos que son unos engreídos mediocres y no entendemos muy bien que hacen en EE UU.
Hoy mismo, David Trueba se suma a los argumentarios, supuestamente, en defensa del cine español. Innecesaria defensa y argumentario. El cine español no despega, nunca lo ha hecho, y no seré yo quien diga que no merece cierta ayuda incluso estatal (como se hace en otros muchos países europeos) pero no podemos engañarnos. El cine español no gusta en España y punto. Salvo casos muy concretos, tan dispares como Almodovar y Amenabar, por un lado, y Mariano Ozores y Santiago Segura, por otro, el cine español no cuaja. Que la potente maquinaria estadounidense se lo come todo, seguro. Pero hay muchos otros artes que son capaces de sobrevivir. Ya quisieran los pintores, escultores, grabadores, restauradores, y otros muchos "ores" recibir la mitad de la ayuda que tiene el cine.
Las auto denominadas gentes del cine en España sigue pensando y cacareando que todos estamos en su contra. Desde los espectadores a los medios de comunicación, pasando por las instituciones. Pero lo único cierto es que no queremos ir a ver las películas que hacen y punto. Eso no es un drama. Siempre ha habido artistas (así se auto denominan) que no han tenido éxito de público y han tenido que sobrevivir como podían. Desde el gran Van Gogh, que nunca vendió un cuadro y tuvo la suerte de tener a su hermano Theo siempre para ayudarle, hasta decenas de modestos artistas que tenían que buscarse una fuente de ingresos más prosaica para poder dedicarse a la actividad artística que les llenaba. Pero nuestros "amigos" del cien no. Ellos se proclaman artistas, aunque nadie más esté de acuerdo con ellos y quieren vivir como tales, o sea, de su arte, aunque nadie quiera comprar sus obras. Conclusión, buscan mecenas. No los encuentran. Y al final, venden la burra de que hay que subvencionarles y lo consiguen. Ya tienen mecenas. Papá estado, que somos todos, les facilita una vida desahogado a partir de su arte. Menuda gracia.
Y nos tenemos que tragar que está bien, que hay subvenciones para otras muchas actividades y que ellos tienen razón. Pues vale. Claro que hay otras actividades subvencionadas. Claro que me parece bien que se incentiva la cosa para que se pueda consolidar una industria del cine que genere muchos puestos de trabajo. Pero lo del cine me parece una broma. Llevan 30 años tratando de crear y asentar una industria que no funciona, y punto. Y, en algún momento, será necesario que alguien se plantee una reconversión industrial en el sector del cine como se vivió en los astilleros, en la minería, en la industria metalúrgica y en otros muchos campos. Al final, quien vale vale y quien no, que se busque otro curro, que ya está bien.
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Releo lo escrito y me doy cuenta de que he dicho algunas de las cosas que quería decir pero, como suele ser habitual, me he ido desviando de mi intención primera. Pues nada. Queda dicho (con algún enemigo más que sumar a la lista, que se le va a hacer) y otro día me dedicaré a lo que tenía hoy intención de escribir.
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