miércoles, 12 de septiembre de 2007

CUESTIÓN DE PRINCIPIOS

Disciplina, ¿para qué?. Esfuerzo, ¿para qué?. Constancia, ¿para qué?. Estímulos, ¿para qué?.
¿Para qué coño van a ir los chicos al colegio?. Mejor sería mandarlos a los salones recreativos o a los parques públicos. Seguro que el coste para los padres iba a ser el mismo, o menor, y los jóvenes tendrían más o menos la misma preparación. Ninguna.
No tengo hijos, ni quiero tenerlos. Y, con el panorama educativo que tenemos en España desde hace un par de décadas, me alegro de la decisión tomada. Esos principios suaves que imperan en nuestras aulas me da escalofríos. Los jóvenes lo reciben todo porque sí y, claro, cada vez quieren más. Total, todo viene dado, pues que venga más y mejor.
Una de las últimas ocurrencias es la de esa asignatura tan pedestre, Educación para la Ciudadanía. Asignatura de valores y principios, dicen sus defensores, que resta horas a cuestiones tan pasadas de moda como las matemáticas, el lenguaje o las ciencias naturales. Y digo yo, ¿necesitaremos esa enseñanza en valores, quizás, porque llevamos años perdiendo los valores en la escuela?. Porque, vamos a ver, ¿qué sentido tiene desnudar de valores las aulas durante años para luego implantar una asignatura que los agrupa, al menos en teoría?.
Vamos a generalizar un poco. Los jóvenes españoles no leen. Ven la tele y utilizan el ordenador y los videojuegos. Los jóvenes españoles no hacen deberes (sus profesores no se los mandan). Bastante hacen con estar 5 ó 6 horas encerrados en clase, los pobres. Los jóvenes españoles no necesitan ni aprobar. Para qué, si ya hacen bastante yendo a clase y aguantando a los profesores. Los jóvenes españoles crecen amorcillados y pretenden vivir de la misma manera, es lo que han aprendido en los años de formación. Y así les/nos va.
Ya lo he dicho más de una vez. No soy tan mayor. No llego a los 40 y me he cansando de escuchar que mis padres se esforzaban más y trabajaban más en clase, que estudiar era más duro en su época. Me jode decir cosas parecidas, porque estoy seguro de lo que piensan los jóvenes que me escuchan o me leen (si es que hay alguno), pero es que es verdad. Atención y esfuerzo en clase, muy poquito. Fuera de clase, nada de nada. Trabajo y horas dedicados a la que es su única tarea en los primeros años de vida, más bien poquito. Así no hay quien obtenga resultados. Ahora, eso sí, nada de frustrarlos, de ponerlos en evidencia, de perjudicar su posible desarrollo con elementos negativos. ¿Pero en qué mundo pensamos que van a vivir?.
No se les puede suspender porque eso les frustra, los deprime, los pone frente al éxito de sus compañeros y no les permite desarrollarse. Y, si suspenden, que sigan con los demás, total, es lo mejor para ellos. Ya llegarán a la universidad y tendrán tiempo de esforzarse. O llegarán a un trabajo y se encontrarán con la dura realidad de la competencia. O... Mamarrachadas.
Lo que no se interioriza de joven, es muy difícil que se asimile de mayor. Si la base, la BASE, no sólo de conocimientos (que también) sino de realidades, del día a día, de la vida con el resto de personas que te rodea en cada momento, no es suficientemente sólida, no hay nada que hacer. No me gusta ser apocalíptico. De hecho, tengo bien ganada fama de optimista y posibilista, pero vamos al desastre. Pero si dices estas cosas, es porque eres un conservador, un retrógrado, un anticuado.
Supongo que es cuestión de principios, pero no estoy de acuerdo. Falta disciplina, falta esfuerzo, falta recompensa ponderada, falta, en definitiva, educación.

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