martes, 9 de junio de 2009

MIRANDO AL FUTURO INMEDIATO

En España, las elecciones no las gana el partido de la oposición, las pierde el partido del Gobierno. Repasemos la historia de estos 30 años largos de democracia y veremos que no hay duda. UCD destrozó su capital político a base de quemar al jefe, dividir las fuerzas y permitir que los traidores se fuesen llevándose un poquito, cada uno, del botín. Felipe fue dejándose jirones de su traje de super-líder, en forma de colaboradores de todo pelo, hasta quedarse más desnudo que Lady Godiva, pero con menos pelo. El PP de Aznar pegó dos o tres traspiés serios y terminó encontrándose con un muro de frente que le devolvió a la realidad fría y dura de la oposición. Algo parecido podríamos decir de los cambios en Comunidades Autónomas y Ayuntamientos. Veamos, si no, los casos de Jordi Pujol, en su lento y agónico perder diputados hasta dejar el Palau; o el progresivo deterioro del PSOE en la Comunidad de Madrid, hasta abrir la puerta a Gallardón; o el abrupto adiós de la coalición PP-PAR en Aragón a cuenta del agua; o…
Aceptando esa premisa, se entiende un poco mejor el error estratégico del PP durante la pasada legislatura. No era viable ganar las elecciones. El camino era hacer lo posible para que el PSOE zapateril las perdiese, pero no se hizo. O no se hizo bien, al menos. Y se pagaron las consecuencias hacia fuera (nueva derrota electoral) y hacia dentro (inestabilidad grave entre las familias del partido). El acoso pre-congresual de la pasada primavera disipó las dudas. Rajoy se puso manos a la obra. Primero en casa y luego sentando las bases de la alternativa. Sin prisa pero sin pausa. Colocando elementos que fuesen fagocitando los puntos clave a la espera de que llegue el momento, que llegará.
Es cierto, indudable, incluso, que las circunstancias, en forma de crisis económica muy aguda, ayudaron. Aún más, el optimismo patológico de Zapatero ayudó de una manera definitiva. Y así, poco a poco, sin prisas, asentando bien los pies antes de dar otro paso, asegurándose (como hacen los escaladores) de que el apoyo es firme antes de continuar la ascensión, ha ido tejiendo su red el nuevo PP de Rajoy. Es inevitable que haya traspiés. Se dejó liar en el Debate sobre el Estado de la Nación y no reaccionó con firmeza ante el cambio de gobierno. Pero ha ido avanzando. Lo malo de esta tarea es que nunca está completa. Nunca se llega a rematar la faena. Es un inconcluso infinito y eso desgasta masivamente.
Rajoy y los suyos tienen que perseverar. Cometer los menores errores posibles. Tratar de que el Gobierno Zapatero siga desorientado y a tirones, perdiendo gota a gota las próximas elecciones durante los tres años (o menos) que quedan. No hay otra. Sabiendo que, la inercia de las cosas juega, en principio, a su favor.
Por el contrario, además de superar el colapso que los datos le han producido, Zapatero haría bien en pensar en dos cosas. Primero, que esa inercia va como va y que para invertirla tiene que aplicar algo más que sonrisas, promesas de un nuevo modelo económico ecológico, purgas internar con guante de seda y acusaciones dantescas contra el adversario. Y segundo, el calendario que se le viene encima es poco propicio, incluso aunque la economía mejora de forma inmediata, cuanto más si no mejora.
Ahora viene casi un año de calma electoral en España. Todo un lujo se atendemos a nuestro calendario habitual. Ese es un buen respiro que, de coincidir con el inicio de la recuperación hacia mediados de 2010 sería un tanto a favor del socialista. De lo contrario, nos plantamos en el otoño con las catalanas en el horizonte y con la crisis creando más parados. Esa confluencia (que no será planetaria pero sí muy real) puede dar paso a una victoria de CiU suficiente para gobernar en Cataluña. Consecuencia, Zapatero sigue sin socio parlamentario, pierde su segundo gobierno autonómico, gotea votos necesarios (imprescindibles) y transmite la sensación creciente de vulnerabilidad. Todo ello, con el semestre europeo ya cumplido sin grandes logros en cartera, más allá de la confluencia interestelar que cambiará el rumbo zaratustraico de la historia de la humanidad.
Sin tiempo para tomar aire ni apagar los pequeños incendios que le rodeen, Zapatero tendrá que pensar en municipales y autonómicas con más cosas que perder qué que ganar. Ninguna de las Comunidades del PP está en juego y algunas del PSOE sí. Ninguna gran capital del PP estará en juego y alguna del PSOE sí. El resultado global puede ser, por primera vez en 8 años, favorable al PP, con todo lo que eso supone de presión histórica para un gobierno que afrontaría los últimos 10 meses de legislatura con el aliento caliente del adversario en la nuca. Con la imposibilidad absoluta de cometer errores. Con el peligro añadido de que Andalucía, con las elecciones convocadas para la misma fecha de las generales, pudiese cambiar de color por primera vez en la historia. Demasiados elementos.
Entiendo, perfectamente, que casi todos penséis “largo me lo fiáis” pero las cosas son así y ningún logro que merezca ser recordado se consigue con prisas o acelerando los plazos. Por eso, no entiendo tanta presión. Tanto “moción de censura ya”, “que presente una cuestión (que no moción) de confianza inmediatamente”, “así n podemos seguir, que convoque elecciones”. Sinceramente, creo que lo mejor que nos puede pasar es aguantar el tirón. Resistir es vencer, salvo para Zapatero.
Pero claro, mis previsiones suelen ser siempre erróneas. ¿En qué me equivocaré esta vez?.

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