viernes, 17 de julio de 2009

¿CREAR O DESTRUIR?

Es mucho más fácil criticar, desmontar, arruinar que apoyar, construir, crear.
No es que me dé por el pesimismo. Ni mucho menos, me encuentro más positivo y optimista de lo que en mi suele ser habitual, que ya es mucho. Es una realidad que me parece difícilmente cuestionable y que, esta misma semana, nos ofrece algunos ejemplos más que interesantes.
Da lo mismo que una persona, cualquiera que sea su profesión, la desempeñe con el mejor de los resultados durante años y años. Da lo mismo. Es suficiente que meta la pata en una ocasión para que sea considerado como un torpe, como poco. Y digo como poco porque, a medida que la importancia y/o repercusión de su labor profesional aumente, será tachado de incapaz, de inútil, de riesgo para la comunidad o de asesino sin consideraciones edulcoradas de por medio.
Si alguien es capaz de hacer algo que a ti no se te había ocurrido o que tú no puedes hacer, no trates de aprender y, mucho menos, busques sus puntos débiles para desmontar su aportación. No, para qué. Directamente acúsalo de estar cogiendo algo a lo que no tiene derecho, o de poner en riesgo a los que están a su alrededor o, simplemente, de querer acabar con todas aquellas personas (tú incluida) que no son capaces de hacer lo que él hace.
Evidentemente, no es comparable el trabajo de un panadero, pongo por caso, que el de un médico o el de un enfermero. El primero puede hacernos enormemente felices con un buen pan o un mejor dulce. Incluso puede intoxicarnos con una mala mezcla (involuntariamente) o con un veneno (a conciencia colocado) pero, a priori, nuestra vida no está en sus manos. En el caso de los profesionales, sí. Es inevitable. Estudian y se preparan para ello. A decir de todos los expertos, dichos profesionales, en España, están muy por encima de la media internacional.
Poco, casi nunca, la verdad, nos acordamos de ellos cuando salvan vidas, o miembros, o nos evitan un dolor insoportable. Pero vale con que cometan un error para que nos lancemos sobre ellos como posesos. Claro que hay negligencias difíciles de perdonar o comportamientos claramente criminales (vale con acordarnos de aquel anestesista Maeso que contagió a miles centenares de personas la hepatitis y que fue condenado por ello) pero también hay errores que, cuando hablamos de la salud y la vida de las personas, pueden tener consecuencias definitivas.
Todos deberíamos pensarlo cuando nos ponemos en manos de un centro de salud, ambulatorio, hospital, clínica o lo que sea. Todos. Ellos para procurar que no se produzca ningún error y nosotros para no buscar culpables donde sólo hay responsables, que creo que no es exactamente lo mismo.
Escribe hoy, en ABC, mi admirado Carlos Herrera un artículo sobre las fobias. No sobre las irracionales que casi todos sentimos en algún momento (a las alturas, a estar solos, a estar con demasiada gente, a un examen,…) sino a las que muchos se esfuerzan por manifestar para criticar a alguien cuando no quieren hacer el esfuerzo de contra-argumentar mejor.
El caso de la enfermera del Gregorio Marañón que estaba cuidando de Rayan y que equivocó las vías de alimentación y la polémica y cruce de acusaciones generados por el nuevo sistema de financiación (más bien de reparto de dineros) son ejemplos de esto que digo.
Algún medio decía el otro día que la enfermera “había asesinado” al neonato. Me parece tremendo. No conozco de nada a la buena señora pero no puedo creer que se haya equivocado a propósito. Cargar contra ella como si fuese una criminal me parece increíble, no menos increíble que los que aprovechan la ocasión para criticar la gestión del hospital, la de la propia Comunidad de Madrid o el sistema de selección y preparación de los enfermeros. Alguno está desquiciado.
Sobre el reparto de dineros, ya aviso que me voy a quedar en la superficie, pero es que es uno de los elementos clave, bajo mi punto de vista. Cuando las Comunidades Autónomas sólo recibían la pasta querían cogestionar. Luego, el 15 % les parecía poco, el 33 % tampoco era suficiente. Y ya aviso (y no es que sea muy listo) el 50 % tampoco va a ser la solución. Por cierto, cuantos recordamos que alguna Comunidad Autónoma haya bajado su tipo del IRPF o haya bajado, en su tramo, los impuestos del tabaco o el alcohol?. Más bien pocas o casi ninguna (la de Madrid recientemente, como para pitorrearse del nuevo sistema) pero tampoco lo han subido. Y podrían haberlo hecho si tanto necesitaban más dinero.
Lo dicho, destruyendo, criticando y desmontando se vive mejor que aportando, creando, construyendo.

No hay comentarios: