martes, 14 de octubre de 2008

UGLY WOMAN

Una mujer, bien vestida, entra en una tienda para ver ropa. La dependienta, un poco prepotente le hace ver que esa tienda está fuera de su alcance. Tal es el trato que recibe que la mujer sale más bien azorada. Horas después, la mujer vuelve a la misma tienda. Esta vez va acompañada de un hombre con un aspecto más... pudiente. Nada más entrar, el hombre cita al encargado de la tienda, le cuenta brevemente lo ocurrido horas antes y le anuncia que está dispuesto a gastarse mucho dinero en la tienda. Pero sólo pone una condición, quiere que le hagan mucho la pelota a la mujer.
No acaba aquí la cosa. El encargado y las dependientas, incluida la que metió la pata en una primera instancia, empiezan a hacerle la pelota al hombre. Éste, les aclara que él no necesita que le peloteen. Es a ella a quien hay que pelotear. No contentos con ello, el encargado quiere saber cuanto es el dinero que está dispuesto a gastarse en la tienda. El hombre le confirma que una cantidad realmente escandalosa. Una confirmación que vuelve loco al dependiente. Minutos después, vuelve a la carga para confirmar si están haciendo suficiente la pelota a la mujer. No. El hombre asegura que todavía pueden hacerle más la pelota. Y les insta a que aumente el nivel. No es suficiente. Hagan nos más la pelota.

Los más avezados habrán descubierto que estos dos párrafos resumen una de las escenas cumbre de Pretty Woman, esa versión de Cenicienta que Richard Gere y Julia Roberts protagonizaron hace 20 años y que fue un rotundo éxito.
Estos días, escuchando la cantidad de dinero que se está inyectando en el sistema para devolverle la confianza no he podido dejar de acordarme de esta escena. Veo, claramente al gobierno preguntando a los bancos "que, ya tenéis suficiente", y los bancos contestando "no, no, todavía podemos soportar un poco más, meternos otros miles de millones por favor, que podremos soportarlo". Y claro, el resto de los ciudadanos, como dependientas humilladas, ofendidas y maltratadas, corriendo de un lado para el otro para hacer suficiente la pelota a los bancos mientras soportamos al encargado-gobierno diciéndonos que no es suficiente, que nos humillemos más, que no estamos siendo suficientemente serviciales. Y, mucho ojo, porque todavía puede ser peor. Pueden contemplar la posibilidad de mandarnos a la puta calle.
El problema es que aquello era una película y esto es de verdad.

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