lunes, 14 de enero de 2008

¿POR QUÉ?

Antes de que nos demos cuenta habremos sobrepasado el límite de los 40. No me refiero a esa frontera totémica que tenemos los hombres, no. Me refiero a los años de democracia en España. No son pocos los que siguen con esa letanía fastidiosa de que nuestra democracia es joven. Me hubiese gustado a mi ver a esos mismos decirle a los alemanes de 1980 que su democracia era joven. O a los franceses, o a los italianos. No se hubiesen atrevido a semejante comentario. Ellos fueron fundadores de la proto Unión Europea 12 años después de recuperar sus respectivas democracias. Nosotros, ingresamos en la misma organización 9 después de recuperar nuestras instituciones. A veces, muchas veces, pienso que el tiempo es mucho más elástico de lo que pensó el que lo inventó.
Hay quienes siguen empeñados en que somos una joven democracia, que todavía está por consolidarse y que tenemos que aprender de los que nos rodean. Yo prefiero pensar que podemos tratar, en pie de igualdad, a casi todos los países del mundo. No tenemos que avergonzarnos y no tenemos que temer por nuestra más que asentada democracia. Tan asentada, que podemos hablar, debatir y discrepar de casi todo, sin temores.
Lo que sí me produce cierta desazón, y eso sí que es algo reciente, es descubrir que, definitivamente, estamos cerrando una etapa. Por mucho que queramos evitarlo, los personajes que contribuyeron a generar nuestra democracia nos están dejando. Es ley de vida. Unos físicamente. Otros, sólo intelectualmente. Los más, lo harán antes de que nos demos cuenta.
Este año que acabamos de cerrar se ha muerto el primero de los redactores de la Constitución, curiosamente, uno de los que seguía más activo. Gabriel Cisneros era tan querido como respetado, y no es un tópico. Hace unos días, me enteré de que otro ya no es consciente de que sigue con nosotros. Jordi Solé Tura padece alzheimer y se acaba de presentar un documental sobre su vida, sobre su obra, sobre sus aportaciones. De los otros cinco, uno está retirado de la política desde hace más de un cuarto de siglo; otro sigue con una intensa labor intelectual tan discutible y polémica como casi siempre; otro ha impartido hoy mismo una lección académica pre-jubilar en la universidad de la que es rector y ha tenido, recientemente, un fugaz retorno a la primera línea más polémico de lo que él esperaba; un cuarto sigue arrastrando su monumental cabeza por el senado aunque sea más un símbolo que una realidad política; y el último sigue ejerciendo su profesión de abogado con el mismo seny y diplomacia con el que pasó por Madrid dejando huella.
Pensando en estas biografías y personas, yo, que soy joven, que casi nací con la democracia y crecí con la Constitución, me pregunto por qué seguimos pensando en algo que ya está hecho. Por qué nos empeñamos en seguir cuestionando lo que hemos hecho y bien hecho. Por qué nos tenemos en tan poca estima y seguimos pensando que somos menos e inferiores a los que nos rodean. Por qué no tomamos conciencia de nuestros valores y seguimos construyendo en la misma senda que en estos últimos treinta y tantos años... que tan bien nos ha ido. ¿Por qué?.

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