jueves, 15 de julio de 2010

POR TONTOS

Después de casi cuatro años esperándola, la sentencia del TC sobre el Estatuto de Cataluña nos sorprendió a casi todos. ¿Por qué a las puertas del verano?, ¿por qué con tanta prisa la publicación de los mil folios del fallo y de los votos particulares?, ¿por qué tantas cosas?. Las voces también se dispararon por el momento elegido para publicar esos mil folios. Los más moderados lo entendieron como una provocación a catalanistas e independentistas que se juntaban al día siguiente para restar legitimidad al primero de nuestros tribunales.
Viendo ayer el Debate sobre el Estado de la Nación, me inclino a pensar que, una vez más, el Presidente del Gobierno ha sabido mover los hilos para amoldar la realidad a su conveniencia. Le vino de perlas tener el tema del Estatuto tan abierto y tan reciente para salir airoso de las acometidas de Mariano Rajoy. Le vino de perlas para sacrificar a un moribundo Montilla y a un tocado PSC en el altar de una más que necesaria cercanía con CiU a costa del proclamado catalanismo de Zapatero.
Cierto es que, a priori, no tenía demasiadas dudas de que Zapatero volvería a salir airoso de este debate. Es cierto que la fórmula tiende a favorecer al presidente, sea el que sea, y no es menos cierto que este presidente se maneja mejor en estas lides que en las de gobernar. Pero, pensaba yo, que el éxito, este año, le vendría más por la vía de poner en valor sus rectificaciones en materia económica y por agitar los éxitos deportivos. Pero no. El salvavidas fue el Estatuto.
Salió airoso, con resuello y con opciones de sacar los presupuestos y agotar los 20 meses que quedan de legislatura. No podemos perder de vista que esos 20 meses están adoquinados de procesos electorales y largas campañas que van a condicionar todo el panorama. Aún más, el año que viene, probablemente por estas fechas, tendremos otro debate como éste. El último de la legislatura. Y Zapatero encontrará otro tronco al que asirse, si es que para entonces sigue en riesgo de ahogamiento.
No es descartable que en los próximos 20 meses vivamos una serie de circunstancias que nos lleven a sufrir un nuevo triunfo zapateril y cuatro años más de tortura, degradación y deterioro. Pero no podemos buscar excusas. La culpa será nuestra. Volveremos a comprar una mercancía averiada que nos ha parecido de lo más pinturera en el escaparate, quizás porque la tienda de al lado no tiene bien iluminado el suyo. Pero no podemos acudir de nuevo a la oficina de atención al consumidor con excusas baratas, porque nos van a dar con la puerta en los morros.
Por tontos.

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