jueves, 2 de diciembre de 2010

NO HAY NADA QUE HACER

Cualquier día se va a sorprender a si mismo. Es más, estoy seguro de que ya ni se conoce cuando se afeita por las mañanas. Ha cambiado tanto de peinado, de maquillaje, de sastre. Ha pasado tantas veces por el cirujano que comparte con Belén Esteban y se ha dejado fotografiar desde tantos ángulos diferentes y ha posado en tantas posiciones (algunas inverosímiles) que ni se acuerda de cual es su cara, su peinado, su yo más íntimo.
En esta ocasión, con legitimidad absoluta, volverá a contestar que está haciendo lo que todo el mundo (la inmensa mayoría) le ha pedido. Y tendrá parte de razón. Pero lo habrá hecho de nuevo tarde. Va a terminar por desandar todo lo han dado durante sus casi 7 años de presidencia. Al menos en materia económica porque no le veo derogando la Ley del Aborto o la del Matrimonio Gay. Pero todo es posible.
De muchos políticos se ha dicho aquello de que “sólo acierta cuando rectifica” y en el caso de Zapatero ni siquiera esto es cierto. Cuando rectifica, llega tarde. Se resiste, trata de sobrevivir. Y al final termina cediendo. A regañadientes. Con mala cara. Anunciándolo a destiempo. Y así no vale. Esa forma de rectificar, como casi todo lo que hace, es un chorro de agua oxigenada en una herida abierta en el abdomen por una mina antipersona. Es como esas películas del oeste donde, sangrando a borbotones por el estómago después de haber recibido varios tiros, viene el compadre de turno y te da un trago de güisqui. Seguro que daño no te hace pero ayudar no ayuda un capullo.
Es posible que en estos mismos momentos esté pensando en adelantar las elecciones. Total, lo ha negado tantas veces que se acerca la hora de rectificar también en eso. Es posible que crea llegado el momento de anunciar que no se vuelve a presentar. Total, ha insistido tantas veces en que todavía no ha adoptado una decisión que seguro que ya lo tiene claro. Es posible, incluso, que baraje la posibilidad de cesar y dejar que otra persona del PSOE trate de enderezar el rumbo. Pero también es posible que la metamorfosis no dé para tanto.
En todo caso, y sólo para tratar de hacer memoria colectiva, no podemos olvidar que el presupuesto para el año que viene, aunque sea una ñorda, está todavía a debate. Lo digo porque ya está incumpliéndolo sin siquiera haberlo reformado durante la tramitación en curso. Que va a pasar cuando ya esté aprobado? Pues lo mismo, que será un montón de folios para las hemerotecas sin ninguna otra validez.
No podemos olvidar que cuando el PP privatizó empresas públicas siguiendo un plan ordenado era “vender las joyas de la abuela” y ahora se va a liquidar una parte importante de lo que queda sin ninguna estrategia y por pura necesidad y parece que es la octava maravilla de la política moderna. No podemos perder de vista que si se hubiese sabido anticipar un poco el lío que se nos venía encima podríamos estar en unas condiciones extraordinariamente mejores y, sobre todo, sin esta sensación de sin vivir que nos acongoja.
No soy yo de los que opina que todo se arregla convocando elecciones. No. Pero el precedente cercano, muy cercano, de las catalanas me deja una única impresión. La huida hacia adelante es tan vertiginosa y desordenada que nada se va a tener en cuenta. Ninguna opinión, ningún hecho, ninguna persona parece en condiciones de interrumpir la firme voluntad de José Luis Rodríguez Rectificador de acabar con nosotros a la par que con la legislatura.
Por eso, aunque no soy yo de rezar, que dios nos coja confesados.