Te voy de decir una cosa, por si no te habías dado cuenta. Los días tienen 24 horas. Las semanas 7 días. Las horas 60 minutos. Los meses… Ay! Los meses tienen los días que quieren.
En realidad, todo no es así de exacto. Parece que las 24 horas y los 7 días y los 60 minutos son un poco más elásticos de lo que queremos pensar. Da igual. He hecho esta pequeña introducción porque no sabía cómo pedir disculpas.
No es que haya perdido las ganas de escribir o las cosas de las que hablar. No es que me haya olvidado de este rincón de las ideas perdidas. Simplemente es que los minutos, las horas, las semanas y los meses no dan más de sí. Al menos en mi caso. Al menos, yo no sé sacarles más partido. No voy a hacer un lloriqueo, entre otras cosas porque no es cosa que se me dé demasiado bien. Pero hace más de un mes que no escribía y no ha sido por falta de ganas.
He podido hablar de deportes, comenzando por el desastre del Madrid en la Copa del Rey de fútbol ante el Alcorcón, o a los problemas de los jugadores españoles en la NBA en este inicio de campaña (salvo en las honrosas excepciones de Calderón y Marc). Podría haber hablado de la última película de Amenabar o de la nueva polémica de los best-sellers al hilo de la publicación de lo último de Dan Brown.
Para tirar por mis fijaciones más habituales tampoco habría tenido problemas. La patética gestión del secuestro del Alakrana por parte de nuestro Gobierno de bien pensantes. La super oreja de mi admirado Rubalcaba en forma de Sitel. La enésima polémica (patética) de las cabezas de la hidra-PP.
Hay más cosas como la manifestación en contra de la Ley del aborto que se tramita en el Congreso. Y digo la Ley porque, para mi asombro, la inmensa mayoría de este país sigue hablando de reforma cuando no es tal. En España hoy, sigue sin haber ley del aborto ni nunca la ha habido. Sólo se despenalizaron casos concretos. Pero el aborto, por principio, sigue siendo un delito en España. Eso sí, el hábil juego de las palabras de la izquierda moderna y bien pensante de este país nuestro ha conseguido que parezca que sólo se va a reforman una ley. Y un cojón de pato pa ellos.
Podría haber abordado otros temas sociales o algún aniversario como el de los 20 años de la caída del Muro de Berlín. Aún recuerdo aquellas clases de primero en la Universidad Complutense aquel noviembre de 1989. Impagables las de Bernardino Hernando, ahora ya jubilado. Gran profesor y mejor persona a la que acudo de vez en cuando (menos de lo que debería, la verdad) y en la que siempre he encontrado una palabra inteligente y más apoyo del que creo merecer. Pero así son las cosas.
Resumiendo, y para que quede claro, no ha sido por falta de materia prima. Ha sido absoluta falta de capacidad por mi parte para mantener un compromiso por mi adquirido sin que nadie me obligase a ello. Lo curioso es que este desatino se debe, en buena medida, a otra serie de compromisos de la misma índole. Es decir, pantanos en los que me he metido sin pensar demasiado en ello. Suele ser mi forma de actuar en muchos casos, demasiados según mis más cercanos. Pero no sé cómo evitarlo.
La principal conclusión, además de las disculpas, es que esta situación puede prolongarse. Estoy seguro de que, de hecho, se va a prolongar. Por eso pido una cierta comprensión. Y una cierta fidelidad.
Si alguien se aburre de esperar, lo entenderé. Y si alguien sigue ahí, me sorprenderé. Pero lo cierto es que las cosas van como van. Y esto nunca se para.
Gracias.
domingo, 22 de noviembre de 2009
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